Inaccesible durante siglos para la mayoría de los aragoneses, la Cartuja del Aula Dei inició hace unos años un proceso de apertura que ahora se va a intensificar. La DGA ha firmado un convenio para promover el interés turístico del monumento ubicado entre Montañana y Peñaflor y ha sentado las bases para ampliar el actual régimen de visitas en un futuro próximo. Sin duda, el monasterio, habitado y mantenido actualmente por la comunidad religiosa de Chemin Neuf tras la marcha de los últimos cartujos en el 2011, es el gran desconocido del patrimonio zaragozano. Un «tesoro escondido», tal y como ha reconocido este viernes el representante de Chemin Neuf, Jorge Gutiérrez, que ha detallado que el año pasado «solo» fue visitado por 5.000 personas.

La DGA, en sintonía con la comunidad religiosa, se ha propuesto abrir ahora este tesoro a todos los aragoneses. Un deseo que se enmarca también en el programa cultural que está preparando el Ejecutivo autonómico de cara al 2021, cuando se celebra el 275 aniversario del nacimiento de Goya (la iglesia de la Cartuja alberga unas valiosas pinturas murales del genio de Fuendetodos). Lambán ha visitado la Cartuja para escenifcar ese deseo de apertura. Y para ello ha firmado un convenio de colaboración con la comunidad religiosa para impulsar la citada promoción turística y trabajar en el acondicionamiento de la zona de acogida de visitantes. También está sobre la mesa la mejora de los accesos y aparcamiento, así como la señalética que en las carreteras y autopistas próximas conducen hasta el Aula Dei.

Más allá de por el mero desconocimiento del lugar, la reducida cifra de visitantes se explica también porque actualmente solo se permiten las visitas los sábados por la mañana, previa inscripción en la web zaragozaGo. Un régimen que se pretende ampliar. «La intención de todos es que se amplíen las visitas, pero eso habrá que consensuarlo en un nuevo convenio que habría que firmar posteriormente», ha dicho Guitérrez, que ha apuntado que hay que buscar un equilibrio para que la comunidad religiosa «no se vea perturbada».

El propio interés artístico de la Cartuja, y especialmente de las pinturas murales de Goya que alberga, motivó que desde 1998 se permitieran las visitas al mismo, primero con grandes restricciones, al tratarse de un monasterio de clausura masculina, y ya a partir del 2012 con más amplitud. Este interés está también en el origen de las continuas inversiones realizadas por el Gobierno de Aragón para la restauración, tanto de las pinturas de Goya (restauradas entre el 2009 y el 2011 tras una primera intervención en 1979), como de otros elementos del edificio, que en conjunto han superado los 680.000 euros, con el objetivo de garantizar la conservación de este Bien de Interés Cultural y su conocimiento y disfrute en las mejores condiciones por parte de todos los visitantes.

A estas iniciativas viene a sumarse la reciente reparación de una de las pinturas murales al óleo sobre la vida de la Virgen y de Jesús que realizó Goya entre 1772 y 1774 en la iglesia de la Cartuja, y que ha sido acometida y financiada por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón.

De las once escenas pintadas por Goya se conservan actualmente siete, ya que cuatro se perdieron y fueron rehechas en 1903 por dos pintores franceses, los hermanos Paul y Amadée Buffet.

Tras la firma del convenio, a la que también ha acudido el consejero de Educación y Cultura, Felipe Faci, Lambán ha agradecido a la comunidad religiosa el haberse hecho cargo del mantenimiento del conjunto monástico todos estos últimos años. «Ojalá este convenio permita acercar este tesoro tan desconocido de la obra de Goya a todos los aragoneses y sea un espacio de encuentro», ha dicho por su parte Gutiérrez.

La historia del conjunto monástico

La Cartuja de Nuestra Señora de Aula Dei fue declarada Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, en 1983. Su fundación se remonta a 1563, momento en que un grupo de monjes procedentes de la Cartuja de Nuestra Señora de Las Fuentes en Sariñena (Huesca) se trasladó a esta zona de la ribera del río Gállego buscando un emplazamiento más saludable. La primera piedra se colocó en 1564, pero el conjunto tardó más de dos siglos en adoptar su configuración definitiva. Desde su fundación, estuvo habitada por la comunidad cartuja hasta que la Guerra de la Independencia (1808-1814) les obligó a abandonarla temporalmente por primera vez, circunstancia que volvió a repetirse varias veces. Tras varios cambios de propiedad a lo largo del siglo XIX, que implicaron incluso su conversión en una fábrica de tejidos, los cartujos regresaron en 1901 al monasterio hasta su marcha definitiva en el 2011, traspasando en el 2013 su propiedad mediante una donación a la comunidad católica de Chemin Neuf, que reside desde entonces y se encarga del mantenimiento.