Andrés Wood asegura que hay "mucha expectativa" por ver Machuca en Chile, aunque esto no sucederá hasta el 5 de agosto. Antes, el 11 de junio se estrenará en España, después de que participara en la Quincena de los Realizadores de la pasada edición de Cannes, donde se vendió a 15 países, algo "impensable" para el cine chilena. El director estuvo ayer en los cines Renoir de Zaragoza para presentar este drama que narra la desintegración del país, en septiembre de 1973, a través de la mirada de dos niños.

"Chile sigue siendo un país dividido. Hay muchos puntos en común y actualmente el 70% de la población se declara de centro izquierda o derecha pero si, durante una conversación, la discusión se remonta al golpe de estado, todo se divide", explica el realizador, que escribió el guión junto a Mamoun Hassan y Roberto Brodsky.

Machuca es una palabra que enseguida te sitúa en Chile, y tiene dos significados: por un lado, "perseverancia" y por otro, viene de machucao, es decir, "al que pegan". La película parte de una experiencia similar a la que se cuenta en la cinta. "Yo fui a un colegio al que iba la élite económica y donde los sacerdotes incorporaron a niños de muy bajos recursos". Tras el golpe, los curas "fueron acusados de marxistas y echados de la dirección del colegio". Andrés Wood vivió la llegada al poder de Pinochet con "sólo 7 años, así que sólo me acuerdo de imágenes".

UNA SOCIEDAD "CLASISTA"

En la película, la iniciativa la toma el padre McEnroe y la llegada de pequeños de las capas sociales más bajas, incide en las diferencias sociales de ese país. En ese colegio estudian Gonzalo Infante, un niño rico, y Pedro (Peter) Machuca y entre ellos surge una gran amistad, que les cambiará su percepción del mundo, sobre todo a Gonzalo, que conocerá un Chile más allá de lo que hasta ahora estaba acostumbrado, aunque al final, cada uno quedará en su sitio. Y es a través de la mirada de esos pequeños cuando se ve la historia de un país que tanto entonces como ahora "no ha tenido diferencias raciales, pero, sin embargo, es muy clasista. Alguien puede salvar la vida sólo por la forma de vestir".

Sin embargo, el realizador explica que "no es una película panfletaria y eso molestará", porque "va más allá de los hechos, busca la emoción". Y es que los niños no tienen "ninguna carga política, es la historia de una amistad, de una traición...". En el fondo, Andres Woods considera que es una cinta "antiadultos, porque no salen muy bien parados". Tampoco el padre de Gonzalo, un hombre "desdibujado" que representa a "esa izquierda que votó por Allende pero que estaba más preocupado por irse de Chile".

El único que se salva es el sacerdote, un personaje real (Gerardo Whelan), que llevó a cabo esta misma iniciativa. "El me fue contando anécdotas" y una secuencia brutal, donde el director del colegio, tras ser despedido y sustituido por un militar, entra en una misa para comerse las hostias . Fue "un hombre que demostró una gran integridad, un ser severo pero que defendió y salvó a muchas personas". El sacerdote no pudo ver Machuca puesto que falleció hace seis meses.

Los verdaderos protagonistas son los niños, ya que la historia se cuenta a través de ellos. "Fue un cásting muy duro, ya que lo hicimos durante 7 meses y 2.000 niños". El peso de la película descansa en Matías Quer y Ariel Mateluna y Manuela Martelli, una joven, que les despierta también a la adolescencia. Junto a ellos está Federico Luppi, que encarna al amante de la madre de Gonzalo, un gancho para atraer al público.