«Se busca chico de unos 30 años para compartir piso. Imprescindible ser simpático y atractivo, imprescindible mandar fotos y datos del contacto. El resto abstenerse». A este anuncio, puesto por una joven, contestan varios candidatos, entre ellos Diego, interpretado por el actor zaragozano Rubén Martínez, uno de los protagonistas de Un balcón con vistas, que esta tarde (20.30) y mañana (19.00) se presenta en el Teatro de las Esquinas, en las que suponen las últimas funciones de la obra.

-Lleva casi cuatro años en cartel. ¿Cuál es el secreto del éxito?

-Es una comedia muy divertida, muy fresca, donde hay continuamente sorpresa tras sorpresa. Es muy entretenida y el público se siente muy identificado con los cuatro personajes.

-En Zaragoza son las últimas funciones de ‘Un balcón con vistas’. No sé si usted habrá tenido algo que ver...

-(Risas) Yo he peleado mucho por llevar el balcón a Zaragoza porque me hacía ilusión. Mi gente me preguntaba y siempre estábamos detrás de ir allí pero nunca se podía; y también en el Teatro de las Esquinas estaban interesados en llevarla. Y cuando ya se suponía que íbamos a cerrar el balcón se retomó la posibilidad de volver a Zaragoza. Además, uno de nuestros compañeros falleció el año pasado en un accidente de moto, Rikar Gil, y entonces dijimos «venga, tenemos que hacer una última función y dedicársela a Rikar». Así que será especial por muchos motivos, porque es el cierre después de cuatro años, un homenaje a Rikar y porque uno de los actores es de allí, así que tenemos todos muchas ganas.

-¿Cómo es su personaje?

-Es un... no puedo desvelar mucho para no hacer spoiler. Los cuatro personajes son muy diferentes y al mío le toca poner la parte de cordura. Es un psicólogo, aunque eso se desvela durante la función porque al principio aparece como un chico que va buscando un piso para compartir. Es un hombre serio, relajado, más clásico por así decirlo, a diferencia del otro personaje masculino que es más desenfadado y más loco. Es muy analítico, perspicaz... aunque luego nada es lo que parece y todos se sorprenden de lo que se va desvelando.

-Todo parte de un peculiar anuncio publicado para compartir piso.

-Sí, esa es la premisa, pero es un anuncio ya un poco sospechoso, porque si ofreces una habitación, no pides tantos detalles y tan concretos. Ese es el punto de partida y mi personaje se presenta en esa casa para responder al anuncio y ver la habitación. A a partir de ahí todo es una montaña rusa.

-Decía que su personaje es el serio; y frente a él, el de David Tortosa. ¿Cómo son los personajes femeninos que interpretan Esther Rivas y Cristina Soria?

-El personaje de Esther Rivas, Cris, es una chica a la que le gusta el orden, la limpieza... poner etiquetas a estos personajes es tan difícil, pero el punto de partida sería ese, le gusta disfrutar de su hogar, el yoga, la meditación; y luego el de Cristina Soria, que es Luna, mi pareja en el escenario, una mujer sensata, serena (Diego la define así) y muy educada... pero luego todo cambia. Es lo bonito que tiene esta obra, que nada es lo que parece.

-¿El espectador se sentirá identificado?

-Con alguno de ellos seguro, porque los cuatro son muy diferentes y a veces incluso que con varios de ellos, porque en la vida tenemos diferentes colores según el momento. Esto está muy bien porque nos ayuda a entender al ser humano, entender que somos perfectamente imperfectos. Luego hay una reflexión, que nos ayuda a descubrir cuál es la mejor versión de nosotros mismos.

-Usted es zaragozano. ¿Qué supone actuar en casa?

-(Risas) Yo estoy muy emocionado porque no paro de recibir llamadas de familia y amigos para decirme que ya tienen las entradas, que te queremos dar un beso. Yo sé que voy a salir al escenario y está ahí el mapa de mi vida en la cara de ese público, familiares, amigos, compañeros. Y si ya es especial por ser un homenaje a Rikar, por ser el cierre de un trabajo que hemos disfrutado mucho, más lo es al ser en casa. Estoy emocionado.

-¿Es más presión o tiene al público ganado?

-Es más presión porque quieres que estén orgullosos y digan qué bien, que buenos artistas tenemos en casa o simplemente, fíjate mi hijo donde está.