Enrique Ponce, que cortó una oreja a cada uno de sus enemigos, y David Fandila El Fandi , que obtuvo un trofeo de su primero y dos del quinto de la tarde, salieron ayer a hombros de la plaza de toros de Ejea de los Caballeros, al término del sexto festejo de la Feria taurina de Nuestra Señora de la Oliva. César Jiménez, que completaba el cartel, cortó una oreja en su primero y fue ovacionado en el que cerró plaza.

Con algo más de media plaza, se lidiaron seis ejemplares de la ganadería de Zalduendo, muy terciados pero de buen juego en general, a excepción del corrido en cuarto lugar; siendo aplaudidos en el arrastre todos menos este último.

El torero valenciano Enrique Ponce, que es uno de los espadas más esperados cada año en esta feria, no pudo lucirse con la capa en el primero de su lote, en el que con la muleta cuajó una faena con su propio sello personal, en la que hubo temple y reposo en series por ambos pitones, superiormente rematadas. Mató de pinchazo hondo y un descabello, dando lugar a que sonara un aviso.

EL PEOR TORO DE LA TARDE

Con su segundo, Ponce sólo pudo mostrar su voluntad ante un animal con muy poco recorrido, que pasaportó de una estocada y descabello tras escuchar un aviso.

David Fandila El Fandi cuajó una sensacional labor tanto con el capote como por la variedad que imprimió a su quehacer como en el tercio de banderillas, poniendo en pie a los espectadores al término de su valiente y espectacular labor, en el segundo de su lote, obligándole el público a colocar un cuarto par, citándo de rodillas.

Con su primero realizó una faena con abundantes enganchones y en su segundo, obtuvo los mejores muletazos, toreando por el pitón derecho. Mató de estocada desprendida tras escuchar un avisto al primero y al último de su lote, de gran estocada.

Muy voluntarioso se mostró con la capa César Jiménez en el primero de su lote, en el que no acabó de cuajar faena con el percal. Con la muleta, realizó una labor, basada fundamentalmente por el pitón derecho, con muletazos en los que abundó la verticalidad componiéndo en demasía la figura, por lo que transmitía demasiada afectación a los tendidos. Mató de pinchazo y estocada, escuchando un aviso.

Con su segundo, en el que volvió a mostrarse efectista en el toreo de capote, con la muleta realizó una faena mul larga, en la que volvió a abunda la afectación pero que no acabó de llegar a los tendidos pues el trasteo resultó excesivamente largo. Escuchó dos avisos, pues necesitó seis pinchazos y un descabello para acabar con el de Zalduendo.