La fotógrafa aragonesa Luisa Rojo, pionera del denominado Copy Art y del Cibachrome en España, falleció el pasado sábado en Madrid, ciudad en la que residía, a los 74 años de edad. Nacida en la localidad zaragozana de Cetina en 1946, fue una autora de larga y reconocida trayectoria que expuso su obras no solo en España sino también en países como Francia, Grecia o Alemania. Desde finales de los años 70 fue artista de la galería zaragozana Spectrum Sotos y, además de sus muestras individuales en esta sala, su obra pudo verse por última vez en la capital aragonesa en la exposición Cierta luz. 52 fotógrafas aragonesas,

Julio Álvarez, director de la galería Spectrum Sotos, calificaba a Luisa Rojo como «una vitalista increíble, inconformista y vanguardista». La relación profesional de Álvarez y Luisa Rojo se inició en 1978, cuando esta expuso junto a su entonces pareja Valentín Sama, pero pronto Rojo comenzó a trabajar de manera individual, unos primeros pasos de los que el galerista recuerda que estaba «muy influenciada por la estética pop y las repeticiones, eran imágenes de colores fuertes como Andy Warhol».

Su espíritu inquieto hizo que una de sus características fuese «el poco respeto que tuvo nunca hacia el soporte frente a los fotógrafos talibanes de entonces, pero ella se saltaba eso y muchas otras cosas», señala Julio Álvarez, quien además de recordar que era «una mujer muy generosa, amable y culta», la considera una de las grandes fotógrafas de nuestro país, «pues ha sido referente de numerosos artistas plásticos y junto a Marisa González, pionera en el Copy Art, pues fue la primera en ver las posibilidades prácticas de trabajar con fotocopias».

Luisa Rojo tuvo una formación académica multidisciplinar: diplomada en enfermería en la Universidad de Zaragoza, Relaciones Públicas (Cámara de Comercio e Industria de Madrid), Artes Decorativas y Diseño (Madrid), Confección de sombreros, pero también fotografía, cursos de guión y cine, cerámica... Todo ello se vio reflejado en su posterior trayectoria profesional, en la que a su interés por la imagen femenina, la fotocopia y el color se sumaban la utilización de medios de naturaleza cambiante y potencialmente abstracta, dando como unas imágenes que transgreden los límites de la fotografía tradicional, y plantean un diálogo constante y equilibrado entre la forma y el contenido.

A comienzos de los 90, se sumergió de lleno en la manipulación de la imagen y las fotocopias, el llamado Copy Art, que permitía fugacidad, fragilidad, mestizaje, ritmo y buen precio, obteniendo de este trabajo experimental un resultado novedoso que le llevó a exponer en numerosas ciudades españolas y europeas.

Además, dirigió numerosos talleres de fotografía en Tarazona Foto, Huesca Imagen, o ciudades como Vitoria y Oviedo. Su obra se encuentra en diversas colecciones públicas y privadas. H