ALuis Feito no le interesa llegar, si no «el camino» porque en su oficio «sin evolución no vale. Lo apasionante es ir conquistando nuevas cotas», aseguró ayer el artista madrileño en la presentación de la exposición que puede verse hasta el 3 de junio en el Palacio de Sástago de Zaragoza. Y prueba de esa afirmación es la obra que se muestra, 115 piezas -70 pinturas y 45 dibujos- de su colección personal realizados entre 2002 (año en el que se le realizó una gran retrospectiva en el Museo Reina Sofía) y 2018, en las que se renueva y no repite de lo hecho hasta el momento.

Para Feito «lo último» es «lo más interesante porque es lo más reciente y es el momento en el que hemos estado más cerca de esa utopía que es lo absoluto», reconoció. Se mostró emocionado y agradecido e incluso señaló que «esta es la mejor exposición que me han hecho nunca». Él quería mostrar su obra, no su trabajo porque «para mí no es un trabajo, sino que me he dado el gustazo de vivir una pasión», una pasión que «se logra con el talento, pero el talento sin trabajo no sirve». Y quería que se viera porque «no pintamos para nosotros, yo quería que las obras salieran del taller», cuadros de los últimos 10 o 15 años, que son «los mejores de mi andadura y yo creía que ya no se iban a ver porque con esta edad... (89)», reconoció. Y es que «me estan juzgando por lo que hice en los años 60, 70 o 90 pero no por lo de los últimos años».

«BUSCAR EL CARIÑO» / En estas obras también se ve una evolución. Las primeras, las de 2002 son las que destaca el gesto, a los que luego añade la geometría, una barra central, negra y levemente diagonal, que desaparece en lienzos posteriores. El rojo es el color protagonista, un color «que me gusta, que me apetece ver y con el que me encuentro a gusto. Yo no lo he elegido, él me ha elegido a mí». Además de las pinturas se exponen también dibujos, y, entre estos, los bocetos que realizó para un mural por encargo del Ministerio de Cultura para el Monasterio de El Paular, en el municipio madrileño de Rascafría.

Feito asegura que quiere transmitir al que ve sus obras «lo que uno siente, vive, lo que nos une en el nivel más elevado, no en lo cotidiano, sino en el mundo espiritual», para luego añadir: «No intento transmitir nada sino que las cosas salen solas y si trasmites, mejor, porque es algo que llevas dentro y si no tienes nada que decir, deja la brocha», señaló. Aseguró que «a cierta edad, uno es el resumen de lo vivido y lo que queremos y lo que pedimos es el cariño de los demás».

Pintar para Feito es «algo íntimo, un acto de amor». De hecho, nadie le ha visto pintar en sus 70 años de trayectoria, ni siquiera Antonio Cátedra, secretario y comisario de la muestra, aunque a este es el primero al que le muestra sus obras. Cátedra, que asistió a la presentación junto a Cristina Palacín, diputada delegada de Cultura, destacó que Feito «tiene mucha energía, mucha sensibilidad y fuerza interior» como se demuestra en la exposición, pese a que el artista madrileño reconoce que pese a que sigue pintando, a sus 89 años, le cuesta llevar a cabo su pasión.