«Aunque parezca extraño, al aragonés Pablo Gargallo habremos de conocerle después de muerto», escribió José García Mercadal en La Voz de Aragón, el 8 de enero de 1935. Hacía días que la prensa regional se había ocupado de informar sobre la muerte del escultor en el hotel Londres de Reus, el 28 de diciembre de 1934, a causa de una bronconeumonía; pero el propósito de García Mercadal era otro, como dejó claro al dirigirse en su artículo a José Galiay, recién nombrado director del Museo de Zaragoza, animándole a buscar la manera de adquirir una obra de Gargallo para el museo. «Bastaría con que contribuyeran a su adquisición todos aquellos que, en franco careo con su condolencia, se sientan culpables de desatención y falta de curiosidad para los empeños de los muchachos aragoneses que, sintiendo en sí afanes de singularidad, tuvieron que salir de su pueblo de parecida manera a como salió del suyo Pablo Gargallo». La breve nota, Bajas del NE, publicada en el nº 9 de la revista Noreste (invierno, 1935) aludió, asimismo, a la condición de exiliado por imposición del ambiente aragonés. Se desconocía que el traslado familiar de Maella a Barcelona en 1888, cuando Pablo Gargallo tenía siete años, se debió a causas económicas. La primera vez que presentó sus obras en Zaragoza fue en la Exposición Hispano-Francesa, celebrada en La Lonja en 1919, dentro de la sección catalana lo que dificultó saber de su origen aragonés, que entonces solo conocían un número reducido de personas.

El interés de la Institución Fernando el Católico, dependiente de la Diputación de Zaragoza, por Pablo Gargallo, coincidió con la presencia en la II Bienal Hispanoamericana de La Habana (mayo-septiembre, 1954) de sus esculturas Urano y Gran profeta, y, sobre todo, con la selección de quince de sus obras en la exposición Precursores y maestros de la pintura y escultura contemporáneas que se organizó con motivo de la III Bienal Hispanoamericana de Barcelona (26 septiembre, 1955-26 enero, 1956), con el firme propósito de recuperar la memoria artística de preguerra sin profundizar en las aportaciones de la vanguardia. Camón Aznar, director de la revista Goya, publicó un artículo sobre Gargallo en la entrega nº 8 de 1955, dedicada a la Bienal, y eligió para la cubierta la imagen del Estudio de profeta (1926). En este contexto se sitúa la petición en 1955 de Fernando Solano, miembro del Grupo Fundador del Instituto de Cultura Hispánico en Aragón y director de la IFC, al profesor y jefe de la sección de arte, Federico Torralba, de realizar un informe sobre la posibilidad de organizar un homenaje a Gargallo. Torralba propuso una exposición, la primera que tendría lugar en Zaragoza -intuyo que con las mismas obras que figuraron en la muestra Precursores...- y adquirir el Gran profeta. Las gestiones se iniciaron con Magali Tartanson, viuda de Gargallo, quien como recordaría su hija Pierrette, era quien lo dirigía todo: «Compraba el material, trataba con los marchantes, conducía la casa y todo. Era muy inteligente. Mi padre en realidad no sabía vivir. Sin mi madre, lo hubiera pasado muy mal».

Magali Tartanson aceptó las propuestas, pero la falta de recursos económicos de la institución las hicieron inviables. De modo que las obras regresaron a París por vía diplomática tras permanecer un tiempo en Barcelona; y el Milldelheimpark Museum de Amberes adquirió la tercera de las siete ediciones del Gran profeta, por lo que se ofreció la posibilidad de comprar la cuarta edición a coste de la fundición: 100.000 pesetas, que la Diputación, ni siquiera con ayuda del Ayuntamiento de Zaragoza, pudieron asumir. No he llegado a resolver la cuestión de la donación del Gran profeta y Urano al Estado español que Magali Tartanson hiciera por carta el 23 de diciembre de 1953 a Leopoldo Panero, responsable de las Bienales, que según parece no llegó a hacerse efectiva, si atendemos al número de edición de las obras en la colección del MNCARS. De lectura imprescindible es el artículo de Miguel Cabañas, La recuperación de la memoria vanguardista en la política artística de los años 50 y el caso de Pablo Gargallo, en el Boletín de Arte, 15, de la Universidad de Málaga.

Unir esfuerzos

Todo se paralizó hasta 1957, cuando se retomó la idea de organizar una serie de actos en homenaje a Gargallo, que se redujeron a la conferencia de Camón Aznar en la IFC, y a la propuesta de unir esfuerzos entre las corporaciones para adquirir el Gran profeta. Sin resultados. Pasó el tiempo. En mayo de 1959, la IFC colocó una placa conmemorativa en la casa natal de Gargallo en Maella. En 1961, la revista Despacho literario de la oficinapoéticainternacional publicó un artículo de Torralba sobre Gargallo en el que hizo mención al Gran profeta, una obra que según escuchó a la viuda y a la hija del artista, el escultor la había pensado «recordando la dureza del clima aragonés, de su seca tierra y de su polvo arrastrado por la violencia del viento, ese viento que hubiese cantado de modo maravilloso a través de los orificios, de los vanos, de la estatua en bronce». Una reflexión, no obstante, que en la entrevista con Antonio Torrebadella de 1957, Torralba hizo suya. Camón Aznar, por su parte, seguía publicando artículos sobre Gargallo e insistiendo en «la escultura más vibrante de toda la plástica moderna»: el Gran profeta. «¿Por qué no le hemos de ver actual, vidente de un futuro casi inmediato, lanzando sus truenos al hombre de hoy? Porque quizá nunca ha merecido ninguna época, como la nuestra, las amenazas ardientes de los profetas».

En febrero de 1972, la Diputación de Zaragoza, gracias a las gestiones de Torralba, presentó una breve selección de doce obras del casi centenar que se había expuesto en las individuales dedicadas a Gargallo en el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid y en el Palacio de la Virreina de Barcelona. Y lo más importante: el Pleno de la Diputación celebrado el 24 de junio de 1972 acordó la compra, por 200.000 francos franceses, del Gran profeta. Pierrette Gargallo se encargaría de coordinar la fundición en París de la escultura que se presentó en Zaragoza, el 17 de diciembre de 1973. Se trata del ejemplar de prueba de artista: 1/3, fundido en París en el taller de Georges Rudier.

Maella y Zaragoza centraron en Aragón los actos del Centenario del nacimiento de Gargallo. La Lonja acogió la exposición Gargallo 1881-1934. Exposición del Centenario (diciembre, 1981), que previamente se había presentado en el Museo de Arte Moderno de París, en el Palacio de la Virreina de Barcelona y en el Palacio de Cristal de Madrid; y el 19 de mayo de 1982, se firmó el contrato fundacional del Museo Pablo Gargallo dependiente del Ayuntamiento de Zaragoza. La Diputación de Zaragoza acordó el 28 de junio de 1985 ceder en depósito permanente la escultura el Gran profeta al Museo Pablo Gargallo.