ARTISTA Nacho Estévez 'El Niño'

CICLO Flamenco en Zaragoza

LUGAR Centro Cívico Delicias

FECHA Viernes, 23 de mayo

ASISTENCIA 120 espectadores

Con el "sonido de una taranta", como cantaba Antonio Molina, inició Nacho Estévez su concierto el viernes, en el Centro Cívico Delicias, cerrando el ciclo Flamenco en Zaragoza. Notable guitarrista que también maneja con soltura otros instrumentos como el oud árabe, estuvo bien acompañado por Israel Dual (cante), David Giménez (cante y baile), Noelia Gracia (violín) y José Barrués (percusión). Intérprete bregado en no pocas batallas musicales, Nacho incorpora con sutileza a su hondura flamenca colores y sabores de otras cocinas sonoras para mayor enjundia de su propuesta, sin descafeinar sus objetivos.

Recientemente ha publicado La boca me sabe a sangre, su primer disco como solista, y de esa grabación sacó el repertorio. Concluida la taranta llegó la preciosa guajira La casa de Ludmila, y tras ésta la soleá que titula el álbum, abierta con nervio, a la manera de un martinete, por los dos cantaores. Siguió una farruca a la que el violín de Noelia Gracia imprimió aires clásicos y folclóricos de la escuela Béla Bartók, unos tangos y unas bulerías que cerraron la actuación.

Fue una actuación ajustada de tiempo y de tempo, que comenzó algo tibia pero que alcanzó pronto la temperatura adecuada. Anotemos en el haber de Nacho no solo su buen hacer con la guitarra; también la elección de un grupo al que nada la sobra ni le falta, y su habilidad para hacer funcionar el conjunto como un todo. Intérprete acostumbrado a las aventuras colectivas, cumple con su papel de solista pero sabe de la importancia de que sus músicos se expresen con libertad. Y una anotación en el debe de una oferta que irá aumentando su consistencia a golpe de escenario: la amplificación de la guitarra. Desconozco si fue por decisión propia o por necesidades de producción, pero Nacho, en vez de hacer sonar su guitarra a través de un micrófono de pie, que proporciona un sonido natural, lo hizo a través de un pequeño micro enganchado a la caja, que dio una sonoridad metálica.

La velada flamenca contó también con el cante largo pero algo ensimismado de David de Jacoba, acompañado a la guitarra por su hermano Carlos.