De las 17 cornadas que ha recibido el torero José Tomás desde 1994, la que le propinó ayer Navegante en la plaza mexicana de Aguascalientes es la peor de toda su carrera. Cuando remataba una tanda con la muleta, el morlaco de la ganadería de Santiago se giró con rapidez, violencia, y le perforó el muslo izquierdo con una empitonada de 15 centímetros que le alcanzó las venas femoral e ilíaca. El diestro, que precisó la transfusión de ocho litros de sangre (por megafonía de la plaza se apeló a la solidaridad del público con el mismo grupo sanguíneo), fue operado durante cuatro horas y según fuentes del Hospital Hidalgo anoche permanecía en estado grave, sedado y con ventilación pero estable y sin que se temiera por su vida.

Navegante era el quinto toro de la tarde, de la ganadería de Pepe Garfías y le había avisado dos veces con sendos extraños aunque el torero, fiel a su estilo, insistió en su faena hasta que a la tercera fue prendido en el muslo izquierdo de forma seca.

A pesar de la rapidez en llevarlo ante los médicos, en el lugar de la cogida dejó un gran charco de sangre, así como en todo el recorrido hacia la enfermería, por lo que durante la lidia del sexto toro se solicitó al público que donase su sangre.

En su primer toro, José Tomás cortó una oreja con fuerte petición de la segunda, que no fue concedida al haber matado al astado con una estocada baja. Sus compañeros de cartel, los mexicanos Rafael Ortega y Octavio García El Payo se fueron de vacío .

José Tomás, que tomó su alternativa en México y está muy vinculado al país, donde ya sufrió otra gravísima cogida en 1996 en la plaza de Autlán de la Grana.

La gravísima cornada de José Tomás vuelve a instalar al torero en la categoría de héroe de una actividad de arte y de riesgo, exponentes principales de su carrera, siempre al límite de la tragedia. Lo explicó muy bien Antonio Ordóñez cuando dijo que "José Tomás pone el cuerpo donde los demás la muleta", para hacerse una idea de su rotundidad en la forma de citar a los toros.