Ya han pasado veinte años desde que se celebró en la Sala Morrissey una discreta entrega de premios a músicos de la escena aragonesa, con tan solo dos galardones y un puñado de amigos. Ahora son 18 estatuillas y se reparten por todo lo alto en espectacular y lleno Teatro Principal de Zaragoza, con buena parte de la escena musical de la comunidad y varios representantes políticos. No ha variado el compromiso de estos reconocimientos, organizados por Aragón Musical, de dar visibilidad a toda tipo de propuesta musical, sea cual sea la generación o estilo al que pertenezca. Y el ejemplo más claro es que sólo Joaquín Pardinilla Sexteto repitió premio y se consagraron como banda más relevante de la noche: Mejor Grupo y Otras Músicas.

Pero en los Premios de la Música Aragonesa, cuya gala de entrega se celebró el miércoles también hubo tiempo para artistas y bandas tan diferentes pero siempre interesantes, que certifican la gran diversidad de la que goza Aragón, como Santiago Auserón (Mejor Solista), Kase.O (Mejor Directo), Pecker (Mejor Producción, por El incendio perfecto), DJ Pendejo, Lux Naturans (Mejor EP, por A monster sleeping, Los Modos (Mejor Canción), por Sin mirar atrás, Niños del Brasil (Mejor Videoclip) o Pardiez (Mayor Proyección).

Novedades

La edición número 20 comenzó con novedades: los encargados de presentar esta edición fueron la actriz Irene Alquézar (que ya estuvo presente el año pasado y certificó su enorme valía) y el inclasificable e inquieto Luis Cebrián. La costumbre de cambiar los presentadores cada cierto tiempo siempre es positiva: renueva imagen y otorga frescura a la gala, que esta ocasión resultó más ágil, con una mejor distribución de estatuillas y discursos más cortos. La labor de los conductores fue destacable. La pareja en todo momento se mostró suelta y cómoda con el complicado papel al que se enfrentó. Ella, más sosegada y cercana; él, espontáneo y haciendo gala de su incisivo sentido del humo. Gracias a esa química y a sus papeles bien definidos lograron momentos especialmente delirantes.

Y siendo la fiesta de la música, la gala no podía comenzar de otra manera, con una actuación. La primera sorpresa de la noche, abierta por la orquesta de la Escuela Municipal de Música de Zaragoza, con uno de los nominados, Serio Sanz Artús, a la voz. Todo un alegato en favor de la educación musical. Precisamente, esa misma escuela recibió el Premio Itinerante, dedicado este año a Proyecto Educativo. Lo recogió su director, Chema Peralta, que se convirtió en otra de las personas que más se prodigó en el escenario del Teatro Principal. Repitió para entregar, en representación del grupo original Chicotén junto a Joaquín Pardinilla Sexteto, el Premio Especial a la Agitación, que se llevó el periodista y editor Plácido Serrano; y también para entregar al propio sexteto de Pardinilla el de Otras Músicas.

Hubo más actuaciones, y una muy especial: Nacho Estévez y Fernando Frisa, que fueron los premiados en la primera edición de estos galardones, regalaron al público Piel morena, de su banda Malamente. Por sorpresa y encaramados con sus guitarras en uno de los palcos del teatro, fue uno de los momentos más destacables de la noche. Pero también hubo tiempo para el folk de la siempre solvente (y nominada) María José Hernández y el rock aragonés de Nuei, ganadores a Mejor Canción en Lengua Autóctona, por Mil parolas. Además, hubo tiempo para un crossover de dos bandas con premio: Tachenko (Mejor Disco, por El don del vuelo sin el arte hermano del aterrizaje) y León Benavente (Premio Global).

Otro de lo momentos más emotivos llegó con el Premio Especial a la Trayectoria otorgado al periodista Antón Castro. Si ya lo fue porque el porque el premiado no tenía conocimiento y se mostró tan sorprendido como emocionado, más aún lo fue por las inspiradas y preciosas palabras que le regaló su amigo y periodista Miguel Mena. Completaron la lista de premiados Oscar Sanmartín por su excelente trabajo en Cangrejus (Mejor Portada) y Las Armas (Mejor Programación).

Quizá esta edición no fue tan reivindicativa como en años anteriores, en tiempos de un excesivo IVA y con ejemplos de censura sangrantes, pero no fueron pocos los premiados y entregadores que no quisieron dejar la oportunidad de elevar la voz. Fernando Rivarés cargó contra los enemigos de la cultura y lamentó que no haya más presencia femenina; Ignacio Escuín certificó su compromiso con la cultura; Joaquín Pardinilla animó a romper fronteras estilísticas; y DJ Pendejo recordó que hay elecciones próximas y animó a votar en consecuencia. Pero quizá el más sencillo pero claro fue el periodista Jorge San Martín: «lo más importante es que se hable de música». Porque en el fondo de eso de eso trata. Los premios no siempre son justos y siempre habrá olvidados, pero lo relevante es que tras estos galardones durante mucho tiempo se hable de música y sobre todo de la gente que la hace posible: los músicos.