Jonás Trueba continúa con su cuarto largometraje, La reconquista, su línea intimista y romántica para contar una historia de amor, "una anomalía" en esta 64 edición del Festival de Cine de San Sebastián donde los relatos violentos, de momento, ganan por la mano. "Me alegro de haber traído el sol y el buen tiempo", bromeó ayer el director.

"A veces parece que el cine y las películas si no tienen ya violencia, sino cosas extremas, parece como que no se justificase; eso lo siento a veces y en los festivales aún se ve más esto, parece que para que se diga que es una peli muy buena y muy de festival debe morir mucha gente, cortarse las venas o follar mucho, todo muy desmesuradamente", señaló.

La reconquista, explicó, "es muy diferente, más bien lo contrario a eso, es una película muy calmada, civilizada". Trueba, hijo y sobrino de Fernando y David, una saga de ilustres cineastas españoles, compite en la Sección Oficial con esta película pequeña, dulce, que lleva su tiempo y que se mueve (y se cuenta) al ritmo y con las letras de las canciones de Rafael Berrio, un cantautor de los 90 al que llegó el éxito después de pasado el milenio.

La historia es la de un reencuentro prometido quince años atrás, cuando dos chavales enamorados se preguntan qué sería de sus vidas quince años después, cuando ellos tuvieran treinta. Un día, Manuela (Itxsaso Arana) y Olmo (Francesco Carril), ya con sus vidas enfocadas, se reúnen y hablan de sus recuerdos, de su amor y del futuro.