Si es cierto que los galardones literarios estimulan la lectura, la concesión del Príncipe de Asturias a Claudio Magris es una magnífica noticia: sus libros modifican a quien los lee. El lector, al salir de las páginas de El Danubio, Microcosmos, Otro mar o Utopía y desencanto no es el que era al iniciar su lectura. Los libros de Magris enriquecen, transforman. Y no sólo desde el punto de vista intelectual, sino humano. Erudito sin fronteras, posee un don excepcional para ligar los hechos de la historia, los problemas sociales e ideológicos de una época determinada, las grandes obras del arte y de la literatura, con los sentimientos, idiosincrasia, tabús culturales, quimeras e ilusiones que tejen la vida --la pequeña vida-- de los hombres. Magris afirma que la literatura es "ponerse en la piel de los demás". Ponerse en la piel de Magris --y su piel es su escritura-- es ponerse en la piel de este mundo que vale la pena mejorar. O, al menos, intentarlo.*

Escritora.