EL RETABLO DE NO

Luis Rodríguez

Tropo

Luis Rodríguez es un autor al que le gusta poner al límite a sus lectores, a la propia literatura y muy probablemente a sí mismo. Buena prueba de ello es El retablo de No, su novela más reciente, que ha publicado Tropo Editores. En ella Rodríguez pone contra las cuerdas todas las convenciones con las que se enfrenta: las que tienen que ver con la identidad, el ser y el sentido de cada persona -y por extensión, de cada uno de nosotros-; las que se refieren a la realidad que rodea y conforma a esas personas, tanto en el presente como en el pasado y el futuro; y a la forma de contar y exponer ese mismo enfrentamiento a través de la palabra escrita.

Los personajes de la novela son actores teatrales que se disponen a poner en escena su versión de Hamlet. Así, el marco no puede ser más adecuado para disponer de un tupido mecanismo de apariencias, realidades, verdades y fingimientos: el teatro es siempre metáfora de la vida, donde la posibilidad trasciende las dimensiones del escenario, y Hamlet es quizá el ejemplo culminante de la representación teatral, en más de un sentido por cierto.

De este modo, a través de esos personajes -y particularmente el director de la compañía, José Ángel-- Luis Rodríguez consigue poner en tela de juicio constantemente lo que ellos mismos dicen y hacen, sus recuerdos, experiencias y anhelos; sus vidas, en suma. La novela se llena de pequeñas historias que discurren como afluentes para dar aliento a ese gran río que quizá nunca llegue a desembocar en ningún sitio.

Pero la propia narración se cuestiona en el libro, que ofrece dos versiones de la novela: una contiene a la otra, advierten los editores, y así es, aunque el desenlace que proponen los dos caminos no confluye. La duda inevitable de si hay un final verdadero queda flotando como una nube más de esta novela que juega con las apariencias.