TITULO: Lagunas. Exposición monográfica.

LUGAR: Galería Carlos Gil de la Parra. Paseo de la Constitución, 28.

AUTOR: Santiago Lagunas

FECHAS: Hasta el 23 de octubre

Las posibilidades plásticas del ángulo agudo, las líneas tirantes como alambres tensados entre colores fríos. Ese Santiago Lagunas que plasma la desesperanza y el dramatismo de finales de los 40 es el arquitecto que venía de trabajar cuatro años en el Servicio de Regiones Devastadas.

Su Piedad de 1948 muestra la rigidez del Cristo muerto, el dolor aún vivo en las manos abiertas de ese Dios esquemático, caído en el regazo de una mujer que destiñe, de tanto llorar, su rostro. Con Aguayo estaba de acuerdo en que cualquier pintura de tema reconocible, antes que ser persona o naturaleza muerta, es una superficie cubierta de colores en un orden determinado.

En 1951, cuando ya había reformado el cine Dorado con el propio Aguayo y con Laguardia, llenándolo de amebas coloristas, Santiago Lagunas vira hacia ensayos orgánicos con curvas y tonos calientes. En el 52, este investigador de formas había llegado a una síntesis entre la pincelada rabiosa y el esfumatto. Y abierto, desde Zaragoza, la vía a la abstracción para toda España.

Pero en un relámpago de tipo místico le llegó entonces el apagón como pintor abstracto y entre 1952 y 1960 realizó guaches, acuarelas y dibujos dedicados a exteriorizar su religiosidad. Como arquitecto hizo la Casa de Ejercicios de la Quinta Julieta y la Clínica de San Juan de Dios. Después estuvo 20 años sin pintar. Y regresó en 1981 completamente fresco, con las dudas despejadas.

En esta exposición se contemplan por un lado los forcejeos juveniles de Lagunas por plasmar una transcendencia inapresable vestida de grises, negros y lutos. Y por otro, se descubre el gozo del anciano que regresa a la pintura en posesión ya de la transcendencia y del misterio de la vida. Igual que los ancianos Picasso, Klee, Miró o Matisse. Pinta por fin como lo haría un niño.