CIUDADES QUE SE POSAN COMO PÁJAROS

Fernando Sanmartín

Se puede recurrir al título de este último libro que ha escrito y decir que Fernando Sanmartín se posa como un pájaro en las ciudades que visita. Porque lo hace sin el ruido del turista, con delicadeza y la paradójica introversión de quien gusta de ser un observador atento de las calles por las que transita y de las gentes con las que habla y se cruza. Qué duda cabe de que si el autor no es el típico viajero del tópico, Ciudades que se posan como pájaros (Xordica) no es tampoco el habitual libro de viajes.

Cuatro son los destinos a los que viaja Fernando Sanmartín en estas páginas: Lisboa, Bélgica, Tánger y Tetuán y Galway, en Irlanda. Y cada parte tiene su propia personalidad, lo mismo que las ciudades que sirven como escenario a sus recorridos.

Quizá el más literario sea el capítulo lisboeta --se hace difícil eludir esa atmósfera en sus calles--, en contraste con el tono mucho más zumbón que asoma por tierras belgas.

El viaje marroquí, por su parte, es más la búsqueda del recuerdo de padre perdido demasiado pronto en aquellos lugares norteafricanos, mientras que el capítulo de Galway es el que tal vez más ahonde en el costumbrismo, aunque sin caer en la seducción localista.

Con mirada siempre aguda pero nunca hiriente, Sanmartín ofrece a sus lectores sus observaciones tamizadas por un atemperado tono literario que bucea en el detalle, en ese rasgo fino que a cualquier otro se le hubiera pasado inadvertido. Sus paseos, idas, venidas, encuentros y reencuentros quedan reflejados a modo de diario, de forma que lo que el lector obtiene finalmente es la imagen profundamente personal de unos sitios y ciudades que a la vez son perfectamente reconocibles y que, en definitiva, no podrían haber sido de otra forma.

Por ello, la seductora lectura de este libro hace sospechar que Fernando Sanmartín podría ser un magnífico compañero de viaje.