Nunca se le habían escuchado palabras así de elogiosas en público de ningún otro político español. José María Aznar encumbró ayer a Pablo Casado como nuevo dirigente del PP y pidió el voto para él y para esas siglas, las mismas que hace solo seis meses, en junio, se quejaba de que no le «representaban». Ahora, el expresidente ha completado su rehabilitación como voz autorizada en un partido del que se alejó en la etapa de Mariano Rajoy por considerar que no defendía las esencias conservadoras. Con Casado, Aznar se siente cómodo y aprovechó su invitación a la convención para hacerse oír. El auditorio lo hizo encantado, entregado a un fervor sin parangón en el cónclave popular.

El expresidente logró que los casi 7.000 militantes y dirigentes convocados en la Feria de Madrid le aplaudieran, se levantaran y le agradecieran esa inyección de optimismo que tanto necesitan en estos tiempos de la «derecha troceada», con Vox y Ciudadanos amenazando su posición privilegiada de las tres últimas décadas. Aznar habló a los de dentro y también a los de fuera, a esos que se han ido a esas dos formaciones. A esos votantes de derechas tentados por apoyar a Santiago Abascal o a Albert Rivera, les dijo que el PP es el único que puede «responder con éxito» al «separatismo catalán» que, en su opinión, amenaza la «continuidad histórica» de España.

Según el exjefe del Ejecutivo, Casado y no Abascal (al que conoce por ser exdirigente del PP vasco), Casado y no Rivera (al que alabó en público por encima de lo políticamente correcto) es el que «puede, quiere y sabe unir y sumar« a todos esos electores que se pueden ver arrastrados por «las modas políticas estridentes» y el «griterío de los alborotadores».

Aznar admitió que los populares han podido «hacer algunas cosas mejor», pero saben «gobernar» y siempre han acertado «en lo importante». Reivindicó la «vocación mayoritaria» del PP y aconsejó a Casado que abra «aún más las puertas de esa casa común» y «escuche» a los que ahora prefieren otro techo. «Solo si los escuchamos, nosotros podremos pedirles que nos escuchen», afirmó. Aunque eso, dio a entender entre líneas, suponga tener que readaptar el ideario del partido. No citó en ningún momento a Vox o a Ciudadanos, pero no hizo falta.

Y esos miles de votantes han huido, considera Aznar, por miedo al «desafío existencial» que plantea el independentismo catalán y que amenaza, subrayó, la «historia de éxito» de España. «Los votos para responder con éxito a este desafío contra su continuidad histórica y contra su futuro son los votos que deben ir al PP y que desde ahora pido para el PP», declaró. El público le ovacionó y se puso en pie. Ana Botella, en primera fila, aplaudía con los ojos llorosos.

El exdirigente popular recordó el periplo de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE, cuando fue descabalgado por temor a que pactara con los independentistas tras las generales del 2016. «Eso es lo que está ocurriendo», denunció. Aznar lamentó que el Gobierno sea tratado «como extranjero» en «cumbres bilaterales en una comunidad autónoma», en referencia a la reunión del 20 de diciembre en Barcelona. Y lanzó múltiples preguntas: «¿Cuánto tiempo tenemos que soportar que el separatismo catalán amenace un día sí y otro también con el desacato, la desobediencia a las leyes y la deslealtad? (...) ¿Cuánto tiempo tenemos que esperar para que se desarticule el golpe de Estado, el golpe contra la Constitución y la democracia; cuánto tendremos que esperar para que se desarticulen sus tramas y se ga-