Los lunes no suelen ser fáciles. Pero este que le viene por delante a Inés Arrimadas se lleva la palma. La líder de Ciudadanos tendrá que enfrentarse al Comité Ejecutivo de su partido para dar cuenta de lo ocurrido en los últimos días: una estrategia arriesga urdida en connivencia con el PSOE para derrocar al PP en Murcia y que, todo apunta, les hará perder este gobierno y el madrileño dónde las encuestas electorales les dejan del fuera del Parlamento-. Pero, hay más. La desbandada de cargos de Cs hacia el PP, tras la OPA hostil lanzada por Pablo Casado, ha elevado la temperatura en la formación naranja, ha avivado la división interna y ha dado alas al sector más críticos con la gestión de Arrimadas. Resistir en este contexto parece, cuanto menos, complejo.

Los últimos cinco días han sido de infarto. La sucesión frenética de pactos secretos, mociones de censura, adelantos electorales y hasta transfugismo han causado un auténtico terremoto en Murcia y Madrid. Y sus efectos se siguen y se seguirán notando un tiempo. Arrimadas, que acordó con el PSOE la moción para derribar al presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, deberá dar cuenta ante su Ejecutiva del por el momento- fracaso de la operación, después de que tres diputados tránsfugas anunciaran su voto en contra de la iniciativa. Además, deberá explicar si calculó mal las consecuencias de aquel movimiento que han desencadenado un adelanto electoral en Madrid -ya avalado por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid-.

El remate para Arrimadas llegó en forma de OPA hostil lanzada por el PP. Los conservadores llevan meses queriendo absorber a Cs y esta crisis les ha abierto una ventana de oportunidad. A última hora del pasado sábado, el ya exsenador de Ciudadanos, Fran Hervías, anunció que abandonaba su acta, dejaba el partido y se pasaba a las filas populares. "Hoy ciudadanos es parte del problema y no de la solución", sentenció el que fuera secretario de Organización durante la época de Albert Rivera. Su marcha ha abierto la brecha entre defensores y detractores de la estrategia de Arrimadas, muy cuestionada tras el batacazo electoral en Cataluña el pasado 14-F.

Intercambio de acusaciones

Más allá de la tensión interna que ha generado la salida de Hervías, su paso al PP disparó el cruce de duras acusaciones de Cs y PSOE a los conservadores. "Parece que el PP ha abierto la caja B y está dispuesto a pagar lo que haga falta para comprar a miembros de Ciudadanos, sentenció el portavoz adjunto de los naranjas, Edmundo Bal, este domingo, antes de insistir en los "comportamiento mafiosos" de los populares. En el mismo tono, la portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra, denunció que Casado esté intentando tapar "la corrupción con más corrupción, intentando corromper las instituciones de todos, incluso venderlas al mejor postor para tapar la corrupción de su propio partido".

Frente a los reproches de socialistas y naranjas, en el PP han hecho público y notorio que su objetivo es atraer a todos los miembros de Cs posibles para desarticular el partido de Arrimadas. El secretario general de los conservadores, Teodoro García Egea, aseguró en Twitter que las puertas de su formación "están abiertas para unir al PP y a Ciudadanos por la base". Una invitación que Arrimadas, deberá, al menos, intentar neutralizar.