"Que no es Morata de Tajuña, señorita, que esa casa pertenece al término municipal de Chinchón". Los vecinos de este pueblo de las afueras de Madrid, incluida su alcaldesa socialista, Concepción Lorente, estaban ayer que echaban espuma por la boca. "Sólo nos faltaba esto, que se nos conozca como el pueblo donde se fabricaron las bombas del tren", apuntó José Antonio Sánchez, responsable de la radio local.

Y tienen razón. Saliendo de Morata de Tajuña, y ya en el término de Chinchón, en el kilómetro 14 de la M-313, enfrente de la parada del autobús 337, hay un camino de tierra que conduce hasta la casa en la que, según los investigadores, se fabricaron las 14 mochilas bomba que el pasado 11 de marzo destrozaron la vida a medio Madrid.

Caza de perdices

La zona es tranquila, salvo cuando aparecen el rey Juan Carlos y su séquito. Lo explican algunos vecinos de Chinchón y de Morata de Tajuña: "A menos de 100 metros, delante de la casa y al otro lado de la carretera, hay un coto privado de caza que frecuenta el Rey", aseguran. "Con la cantidad de policías que le acompañan cuando viene a cazar perdices, podrían haber tenido más vista", apunta otra mujer.

Aurelio, un vecino de una finca próxima explicó que la casa había sido ocupada por un grupo de marroquís el verano pasado. "Yo sólo vengo el fin de semana, pero los veías trajinando por los alrededores de la casa", indicó mientras se estremecía sólo de pensar que había estado tan cerca de unos terroristas. "Qué fuerte, y mira que yo les he llegado a dar hasta los buenos días", añadió.

Toda la valla que limita el terreno de la finca está cubierta con una lona verde para esquivar a los curiosos. En el interior reina el más absoluto de los desórdenes. La vivienda de los terroristas es más una chabola de construcción ilegal que una casa. La segunda planta estaba por terminar, así como una piscina que había sido abandonada, a medio hacer, en la parte trasera de la construcción.

Los alrededores de la chabola, lo que algún día pudo ser un jardín con árboles frutales, está completamente abandonado y salpicado de restos de basura. Hasta latas de comida había en el porche. Eso sí, por todos lados había esparcidos restos de material para la construcción e incluso unos andamios que habían utilizado para blanquear con cal una de las fachadas. "Debían pintar para despistar al resto de vecinos", indicó otra mujer que también tiene una casa cercana.

Desde luego, los terroristas no pudieron encontrar un sitio más apartado y discreto. La mayoría de los vecinos sólo vienen en verano y algunos fines de semana. En la casa habitada más cercana, casi a medio kilómetro, una familia celebraba el fin de semana con una barbacoa. Llegaron el viernes por la noche, para poder encender la calefacción y tener ayer la casa caldeada. No se enteraron de nada. "¿Seguro que la policía estuvo por la noche? Pues mira que pasamos por delante de la casa de esta gente y no nos enteramos de nada", indicó una mujer que intentaba apartar a sus hijos del barullo de periodistas para que no se enteraran de lo que estaba pasando. "¡Qué miedo, madre mía! ¡Haber tenido a esos asesinos tan cerca!"

Tras los registros, los agentes precintaron con cinta plastificada de la policía la entrada principal de la finca, así como la puerta de la casa, un chamizo y una moto Kawasaki ZZR, matrícula 1454BXG, de gran cilindrada.

Otra familia que reside a unos tres kilómetros de la casa se acercó a chafardear: "Aquí se vive muy bien. La zona ha sido siempre muy tranquila, a poco más de media hora de Madrid, bien comunicada y con todas las ventajas del campo. Pero a nosotros ya nos han robado dos veces. Es una pena. Cada dos por tres llamamos a la Guardia Civil porque vemos individuos merodeando en busca de casas vacías para asaltar".