Tímido donde los haya, José Montilla da el salto al Gobierno de Zapatero después de haberse ganado meritoriamente la etiqueta de arquitecto del acuerdo de las izquierdas que encumbró a Pasqual Maragall a la presidencia de la Generalitat catalana. Su buen hacer, tenacidad y una hermética discreción, además de los excelentes resultados del Partido de los Socialistas Catalanes (PSC) el 14-M, han sido los motores que le han llevado hasta Madrid.

Nacido en Iznájar (Córdoba) el 15 de enero de 1955, Montilla tenía otra carta a su favor. El y Maragall hicieron una contundente apuesta por Zapatero como secretario general del PSOE en el congreso que el partido celebró en julio del 2000. Y ganaron. El líder leonés se llevó el gato al agua frente a Bono e incorporó a Pepe, como le llaman los suyos, a la ejecutiva federal socialista. Su próximo nombramiento como ministro de Industria, Energía y Nuevas Tecnologías le obligará a abandonar responsabilidades en Cataluña, donde ha hecho una carrera tan meteórica como brillante.

Forjado en la militancia socialista en el Baix Llobregat (Barcelona), a donde se trasladó con su familia a los 16 años, Montilla es alcalde de Cornellá desde 1985 (con varias mayorías absolutas); asumió el cargo de primer secretario del PSC en junio del 2000 y, tras las municipales del 2003, fue elegido presidente de la Diputación de Barcelona.

Aficionado a los clásicos de la novela negra, Montilla es padre de dos hijos mayores de su primer matrimonio, y de unos trillizos de 3 años con su actual esposa, la abogada Ana Hernández, concejala de Sant Just Desvern (Barcelona), ciudad en la que tiene fijada su residencia.