Varios centenares de rebeldes disfrazados de militares rusos y prorrusos atacaron la noche del lunes al martes numerosos acuartelamientos de las fuerzas de seguridad en Ingushetia, república de la Federación Rusa vecina de Chechenia, y causaron la muerte de al menos 57 personas, entre ellas cuatro altos cargos del Gobierno local. Desde hace varios años no se registraba en esa república caucásica una operación de esta envergadura, que amenaza con extender la revuelta por todo el Cáucaso.

Vestidos con ropas de camuflaje ruso y armados con fusiles kalashnikov, entre 300 y 500 rebeldes, según la agencia Itar-Tass, entraron en territorio de Ingushetia por una carretera procedente de Chechenia y asestaron varios golpes en distintas localidades, entre ellas, Nazrán (la capital) y Karabulak, donde ayer por la mañana seguían presentes las huellas de los combates. Hubo 60 heridos, 13 de ellos graves. El ministro checheno prorruso de Interior, Alu Aljanov, atribuyó el ataque al jefe rebelde checheno Shamil Bashayev, y añadió que éste contaba con el beneplácito del presidente separatista checheno, Aslán Masjadov.

MUERE EL MINISTRO DE INTERIOR El ministro de Interior interino, Abukar Kostoyev; uno de sus adjuntos, Ziodine Katiev; el fiscal de la ciudad de Nazrán, Mujargbek Buzurtanov, y el de la región del mismo nombre, Bilan Oziev, perecieron víctimas de los ataques. Al menos 47 de los muertos eran policías o militares.

El presidente ruso, Vladimir Putin, que viajó ayer a Ingushetia, fue tajante en sus exigencias dirigidas a los máximos responsables de la seguridad en toda la región caucásica. "Hay que encontrar a los atacantes y liquidarlos, y juzgar a los que sean detenidos vivos", afirmó.