Marco Follini, secretario general de la Unión Demócrata de Centro (UDC, formación exdemocristiana integrada en el Gobierno italiano) propició ayer una derrota del primer ministro, Silvio Berlusconi, en el Parlamento.

La UDC presentó y votó, junto con la oposición, una moción que obliga al consejo de administración de la televisión pública RAI a dimitir el próximo septiembre. Berlusconi encajó el revés y, en una comparecencia posterior ante el Parlamento, dio por sentado, pese a las críticas de algunos de sus aliados y de la oposición, que la unidad del Gobierno está garantizada hasta el fin de la legislatura (2006). Pero la crisis del Ejecutivo no está, ni mucho menos, conjurada. Horas antes, Berlusconi hizo algunas concesiones a sus socios al anunciar ante el Parlamento algunas modificaciones en su programa económico.

Berlusconi había salido al paso de las protestas prometiendo a la Liga del Norte la máxima autonomía para todas las regiones; a los exdemocristianos de la UDC, una nueva ley electoral proporcional, y a Alianza Nacional (extrema derecha), una rebaja de las cuotas fiscales que tenga en cuenta las rentas más bajas. Pero las concesiones no convencieron.