Los 10 miembros de la familia de Dauz Salim se habían reunido el jueves en la espaciosa cocina de su casa y ultimaban los preparativos para el almuerzo cuando el ruido infernal de los obuses y las ametralladoras rompió su sosiego. Las baldosas de cerámica empezaron a saltar de la pared y a caérseles encima. "Nos apretujamos todos ahí, como pudimos, aterrados", explica Dauz, señalando una banqueta. "Después escapamos por esa puerta trasera", añade.

Triángulo suní

La familia de Salim vive a pocos metros del cuartel del nuevo Cuerpo de Defensa Civil Iraquí (ICDC), en la conflictiva localidad de Faluya, en el triángulo suní. El jueves, el jefe del mando central de Estados Unidos, el general John Abizaid, visitó la instalación.

A las 13.30, cuando el convoy militar se acercó, fue atacado por los insurgentes. La contundencia de la respuesta norteamericana era ayer visible en los muros de la casa de Salim y las de sus vecinos, atrapados en la refriega.

La cocina se llevó la peor parte, pero no fue el único rincón de la casa dañado. Las balas atravesaron las paredes de una habitación de la planta superior. Otro proyectil entró por la ventana y dejó un nítido agujero circular en la cortina. Un cuadro colgado en la pared, con una reproducción de la mezquita del Templo de Jerusalén, quedó atravesado. "Será porque usan las mismas tácticas que los israelís", bromea Talib Mashal, tío de Salim. Ironías aparte, fue una suerte que no hubiera nadie en la habitación.

Su vecino Muthana Abas ha optado por tomar una decisión drástica. Poco después de la batalla campal, reunió a los suyos y se marcharon a casa de un familiar. Ahora busca una nueva vivienda.

La indignación

"Nos vamos de aquí. Es la segunda vez que ocurre algo así y esto no hay quien lo aguante", afirma indignado. Hoy ha acudido a recoger algunas cosas. "Entiendo que si alguien atacó a los norteamericanos, éstos respondan. Pero que disparen contra quienes les atacaron, no contra las casas en las que hay mujeres y niños".

Uno de los muros de la terraza de Abas ha quedado como un colador. Hay cascotes por todas partes. La escalera que une la primera y la segunda planta de la casa no presenta mejor aspecto.

La confiscación

El problema es que los militares de EEUU no saben dónde se ocultaban los atacantes. "Cuando acabó el tiroteo, vinieron a registrar la casa. Teníamos un fusil para nuestra propia defensa y nos lo confiscaron", explica Daud Salim.

Mehdi al Hakem es uno de los jueces más conocidos de Faluya y su hijo Muthana al Juburi es consejero municipal. Pero eso no les libró de que su vivenda fuera acribillada a balazos. Irónicamente, poco antes del incidente, Muthana había participado en una reunión con mandos norteamericanos. "En la próxima reunión, voy a pedirles una compensación", asegura.

En el cuartel del ICDC, ubicado en lo que hasta hace un mes era la oficina del gobernador, el capitán Mahmud Daraj, segundo al mando de un contingente de 800 hombres, dice que se enteró de la visita "de una patrulla norteamericana" cinco minutos antes.