"¿Qué vería Europa si se hiciera un 'selfie'?». Con esta pregunta retórica se presentó ayer el primer ministro italiano, Matteo Renzi, ante el nuevo Parlamento Europeo, que este miércoles ha celebrado su segunda sesión plenaria en Estrasburgo tras la constitución, el lunes, de la octava legislatura. «Mostraría su rostro de aburrimiento, de extrema preocupación, cansancio y resignación», ha dicho el primer ministro de Italia, que, en medio de una importante expectación, ha dado cuenta de las prioridades del semestre de la presidencia italiana de la UE. Unos ejes que pasan por apostar por medidas que potencien el crecimiento y no solo se centren en la estabilidad. «Sin crecimiento, Europa no tiene futuro», ha abundado.

El primer ministro italiano, sin embargo, se ha alejado de los tecnicismos económicos para decantarse por un discurso político cargado de metáforas y pocas medidas concretas. Un aspecto que, con posterioridad, le han recriminado varios eurodiputados. Renzi ha asegurado que el desafío europeo no es solamente financiero, sino que pasa por volver a encontrar «el alma» de Europa, «el sentido de estar juntos». «Aunque --ha puntualizado-- no me gustaría dar la impresión de que no tengo en cuenta las cuestiones financieras».

De hecho, Renzi, junto con Hollande, ha sido una de las piezas claves en el desempate del conflicto por el nombramiento de Jean-Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea ante el bloqueo frontal del Reino Unido. Tanto Italia como Francia supeditaron el apoyo al conservador a un compromiso para flexibilizar las exigencias económicas de Bruselas.