Los franceses no han esperado a las europeas para sancionar al Gobierno de François Hollande. En la primera vuelta de las elecciones municipales, celebrada el domingo, la izquierda ha perdido su supremacía local con un 37% de los votos frente al 46% obtenido por parte de la alianza de la derecha moderada y el centro y un significativo auge de la ultraderecha (7%). El Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, que en las municipales del 2008 apenas sacó un 1% de los votos, ha pasado a segunda vuelta en la mitad de los 595 municipios en los que ha presentado candidatura. En 21 ciudades, entre ellas Perpinyà o Avignon, ha llegado en cabeza.

Eso no significa que gane en la segunda votación, el próximo domingo. Para cerrar el paso al FN, el Partido Socialista (PS) ha llamado a votar a la Unión por un Movimiento Popular (UMP) el en aquellas poblaciones donde la derecha ha obtenido más votos. La derecha, en cambio, evita el llamado pacto republicano y se abstiene de pedir a sus electores que voten a los socialistas en los lugares donde estos están en cabeza y el FN sigue en la carrera.

Aunque poco implantado en el territorio (se ha presentado en el 6% de los municipios), el partido de extrema derecha ha recogido los frutos del malestar de los electores con la política de austeridad de Hollande y el descrédito de los partidos tradicionales. La ciudad de Hénin-Beaumont, donde el candidato de la ultraderecha ha ganado en primera vuelta al haber obtenido más del 50% de los votos, se ha convertido en el símbolo de esta situación. Marine Le Pen rechaza toda alianza y no ha dado ninguna consigna de voto a sus electores allí donde el FN no ha pasado a segunda vuelta.

El primer ministro, Jean Marc Ayrault, ha convocado una reunión de crisis del Gobierno para intentar reconducir la situación en la segunda vuelta movilizando a los electores -con el 38,55% la abstención ha batido el récord del 2008- de la izquierda que se han quedado en casa.