Protección ante el sol es lo que recomienda la Clínica Labena en su informe estival. Una de las conclusiones más claras a las que se puede llegar con las informaciones que ofrece el mismo es que cada persona debe ser capaz de conocer el grado de exposición solar que su piel tolera así como saber de qué forma exponerse al sol.

Si bien es cierto que el sol tiene unos efectos muy beneficiosos, tales como el estímulo de la síntesis de la vitamina D o de los neurotransmisores cerebrales responsables del estado anímico, hay que calcular el índice de radiación ultravioleta y el factor de protección necesario para que estos efectos no se conviertan en nocivos.

Por un lado, el índice de radiación ultravioleta permite valorar el grado de nocividad para la piel. Cuanto más elevado sea, mayor será el peligro para la piel y los ojos. Conociéndolo sabremos la actitud a tomar ante el sol.

Por otro lado, el factor de protección solar indica el tiempo que se puede exponer el individuo al sol sin riesgo de quemaduras.

Ante todo ello, la citada clínica recomienda medidas de protección como no exponerse al sol durante el mediodía astronómico (de 11 a 16 horas), exponerse progresivamente, en dosis de 10, 15 y 20 minutos, proteger especialmente las zonas más sensibles del cuerpo, usar gafas de sol para evitar problemas como las cataratas o evitar los rayos UVA que potencian el desarrollo de cáncer de piel. A esto añaden, en ningún caso exponerse al sol durante el embarazo, utilizar el factor de protección adecuado en función del prototipo personal y del índice de protección solar, y deberán aplicarse de 30 a 60 minutos antes de la exposición, después de bañarse y cada dos horas. Además, se deben evitar medicamentos que puedan sensibilizar la piel frente a las radiaciones, ni productos que contengan alcohol puesto que pueden producir manchas oscuras en la piel. Finalmente, recomiendan evitar la posición de decúbito, permaneciendo inmóviles en playas y otros lugares, ingerir abundantes líquidos para evitar la deshidratación y tener en cuenta, cada día, antes de tomar el sol, el Indice Ultravioleta que indica los niveles de radiación ultravioleta atmosféricos que provocan enrojecimiento en la piel.

A todo esto hay que unir el conocimiento de las diferentes radiaciones solares, que se dividen en ultravioletas, de efecto biológico, subdivididas a su vez en C, B (principales causantes de los cánceres cutáneos) y A (que producen el bronceado y el envejecimiento prematuro); radiación visible, y radiación infrarroja (índice ultravioleta solar mundial).

Por tanto, se destaca que el sol es una fuente de energía, bienestar y salud que hay que saber aprovechar sin excesos.