Novillas siempre ha tenido su vista puesta en el Ebro. Es el primer pueblo aragonés que atraviesa el río y ha basado históricamente su riqueza en la explotación de este acuífero tanto para la pesca como en la agricultura ya que todas sus tierras de cultivo son de regadío.

Precisamente, la situación de los campos, al otro lado del río, motivó la necesidad de contar por una barca para cruzarlo, algo que ya habrían hecho los templarios que tuvieron una encomienda en la localidad, y cuya existencia se prolongó hasta el año 1982 en que se construyó un puente. Hasta esa fecha y durante 32 años, Miguel Martínez Quintana fue el barquero de Novillas.

La barcaza era la única posibilidad de llegar a los campos. Tenía 22 metros de largo y 6 de ancho y cruzaba los 80 metros que separan ambas orillas donde el Ebro tiene unos 7 metros de profundidad. En esta barca, guiada por una sirga, Miguel Martínez, ahora octogenario, se ganaba la vida transportando a los agricultores novillanos así como sus aperos, carros, y últimamente tractores y remolques.

Miguel, único varón y el mayor de cinco hermanos, comenzó junto a su padre "a vivir del Ebro" en cuya orilla tenían un criadero de anguilas que llegaban por su cauce hasta que se realizó el embalse de Mequinenza en que "dejaron de bajar por el río, aunque todo el pescado está desapareciendo por los pesticidas agrícolas", señala. Vistas las circunstancias, en 1950 dejó la venta de pescado para dedicarse al oficio de barquero.

Miguel reconoce que, a pesar de la dureza de su trabajo. "La barca daba para vivir, las personas pagaban una peseta y los vehículos agrícolas, carros y, a última hora, tractores, abonaban 4 pesetas por trayecto".

Su esposa, Salomé Conget, recuerda que "nos ha pasado de todo" y cuenta como "una vez nos cayó una avioneta al cauce del río, junto a la barca, nos dimos un susto grandísimo, les ayudamos y nos dieron una propina de mil pesetas, que no estaba nada mal". Salomé también señala que "era una vida muy dura para los dos pero era nuestro trabajo y lo hacíamos con mucha ilusión".

Cruzar el Ebro con la barcaza no dejaba de ser un inconveniente para los vecinos de Novillas que, durante décadas, anheló la construcción de un puente. "Incluso a mí --dice Miguel-- me hacía ilusión aunque suponía el final de mi trabajo, pero era importante para Novillas". Siete meses antes de estar finalizado, en 1981 la barca sufrió un misterioso incendio que nunca ha sido aclarado, el día de la fiesta de San Nicasio, y éste fue el final para la barcaza. En ese periodo, los usuarios debían dar un importante rodeo, por Buñuel o Gallur.

Miguel Martínez se ha convertido en el último barquero del Ebro con vida, tras la desaparición de los de otras localidades como Buñuel o Boquiñeni. Ahora disfruta repasando las fotografías de su barca.

Actualmente el espacio que ocupaba la barca lo ocupa el embarcadero del Club de Piragüismo de Novillas que agrupa a casi medio centenar de deportistas. Los agricultores cruzan el río por un puente.

JAVIER LERIN DE PABLO