E uso y el abuso del lenguaje y sus normas han relegado al baúl de los recuerdos la antigua regla de las gramáticas elementales "son masculinos los nombres de los ríos, excepto La Huerva y La Esgueva"; regla por demás discutible, puesto que en este caso el artículo forma parte del nombre, río La Huerva, ni menos ni más masculino que cualquier otro.

La palabra huerva, hoy en desuso, significa quebrada, estrecha, larga y profunda; justamente como el recorrido del río en su cauce medio.

Dejado atrás el Campo de Romanos, ya en término de Cerveruela, el Huerva se interna entre las sierras regando una sinuosa cañada, que da lugar a una pequeña huerta más bien estrecha pero de productos extraordinariamente finos.

Desde Vistabella el cauce vuelve a estrecharse y en un difícil largo trazado alterna en su entorno y sus orillas breves espacios idílicos, frondosos barrancos, estrechos desfiladeros y macizos rocosos cortados a pico, en cuyas grietas y repisas anidan el buitre leonado, el águila real y otras rapaces diurnas y nocturnas. Todas ellas viven en estos tiempos con dificultad debido a escasez de conejos, antes muy abundantes.

En este recorrido, desde Cerveruela a la presa de Las Torcas traza el río una gran semicircunferencia y en el centro del teórico semicírculo que abarca está situado Aladrén a unos tres kilómetros del Huerva por el punto más cercano y a no más del doble en los más apartados. A unos y otros conducen múltiples y no siempre fáciles caminos.

El término de Aladrén no es extenso pero es muy variado. La unánime respuesta de los Universitarios de Geológicas que anualmente nos visitan es la mejor explicación de tal variedad: "hemos visto todas las edades de la Tierra" Y efectivamente. Desde el Cámbrico en la edad primaria al pleistoceno en el cuaternario están a la vista Ordovicense, Devónico, Triásico, Jurásico, Cretáceo, etc... La consecuencia de todo ésto es una gran variedad de flora y paisaje.

Desde las dos únicas cumbres que superan apenas los 1.000 metros, el cabezo de Rodrigo, cuya cima separa al noroeste los términos de Aladrén y Paniza, y el Buitre que al sureste lo hace con los de Vistabella, Herrera de los Navarros y Aladrén, una sucesión de alturas y valles de muy diversa configuración, confluyen en el pueblo a 780 metros de altura.

Si al Norte, donde enlaza con el Campo de Cariñena, predominan las tierras de labor y no falta una amplia y llana meseta, al Oeste montañoso un frondoso pinar enlaza con el de Paniza, al Sur reina la carrasca y al Este con la sabina y el rebollo predomina el monte bajo con el romero, el tomillo y el espliego, Las tierras de labor ocupan los valles.

Todo ello configura un escenario ideal para el senderismo, que se acomoda perfectamente a cualquier gusto y capacidad. Lo que se necesita es que se realice una buena limpieza y mantenimiento de los caminos y que se instale señalización, de la que se carece en absoluto.

Pero además de los trilobites del Cámbrico y los muy abundantes fósiles del Jurásico que interesan a los geólogos, hay otros importantes testimonios a la atención de otros estudiosos.

Hay pruebas fehacientes de que este término ha estado siempre habitado. Desde el período musteriense, unos cuarenta mil años atrás cuando convivían en Europa el homo sapiens y el neandertal, las gentes de ambos períodos de la edad de piedra, las de la edad del bronce (por cierto con un importante yacimiento que aún no ha estudiado la DGA), los íberos, los romanos, a los que se debe el nombre del pueblo... todos habitaron este término, y por supuesto fue habitado en toda la edad media desde los godos y hasta nuestros días.

Es paradójico que ahora, precisamente ahora, Aladrén esté luchando por sobrevivir. También lo hace Vistabella. Como primera medida urge una mejora en profundidad del sistema de comunicaciones con un ensanchamiento de la carretera que une Vistabella con Paniza.

LUIS ALEGRE AGUDO