Nostalgia del futuro es saber que todo se acaba,

que hay cosas que,

aunque todavía no han empezado,

ya han llegado a su fin.

Cosas que tienen la fecha de caducidad

antes incluso de ser creadas.

Nostalgia del futuro es saber que este aire que respiras

está desapareciendo a medida que lo haces.

Que eso también te convierte en una máquina

capaz de destrozar aunque no te lo propongas.

Como cuando sales a pasear,

dispuesto a recargar las pilas,

mientras haces pedazos el mundo que hay bajo tus pies.

Nostalgia del futuro es ansiedad.

Esa ansiedad que te hace preguntarte

«¿y si…?».

¿Y si todo sale mal?

¿Y si fracaso?

¿Y si no hay nada después de la meta?

Pero…

¿Y si todo sale bien?

¿Y si triunfo?

¿Y si detrás de la meta está la respuesta?

Entonces la nostalgia del futuro se va,

para dejar lugar a la fe.

Esa que te permite cerrar los ojos

Y tirar hacia adelante,

Aunque sepas que con los ojos cerrados

es mucho más fácil tropezar.