“Mamá, ¿se puede morir de amor?”. Es la pregunta que ayer, al salir del colegio, me soltó mi hijo.

“A ver, cariño, ¿por dónde empiezo?” Y aquí sigo, dándole vueltas a la pregunta, y más todavía: a la respuesta.

Si la vida fuera un musical, podría ser este un buen momento para arrancar a lo Camilo Sexto. Si la vida fuera una película antigua, podría quedarme muda. Pero esto es la realidad y un niño de siete años me mira expectante. No puedo decepcionarle.

¿Por dónde empiezo? Podría empezar por mi nombre, Julieta, y seguir por mi apellido, París. De hecho, Shakespeare nos contaba que Julieta, enamorada de Romeo, estaba prometida a su primo Paris. Pero creo que si lo personalizo de esta manera, se puede complicar el asunto.

Pienso en hablarle del Amor de una madre por un hijo, y de cómo la primera es capaz de todo por el segundo. De cómo el amor de una madre por un hijo, por una hija, es un impulso de fuerza y conexión con la vida sin parangón. Pero me preocupa que si lo enfoco de esta manera, pueda sentir algo de presión.

Me es mucho más fácil hablarle del Desamor, pero no es justo. Él no me pregunta por eso, y será algo que tenga que descubrir por él mismo,

Amor, Dolor, Vivir, Morir, son conceptos tan poderosos que no pueden explicarse. Deben vivirse. Puedes leer lo que quieras sobre el amor. Puedes leer sobre su biología, su química, sus efectos, y los reencuentros, pero no es nada comparado con haberlo vivido. Es como ver fotografías del océano. No tiene nada que ver con sumergirse en él. Puedes estudiar sobre el dolor. Sobre el físico y sobre el emocional, estudiar sus vías neurológicas, pero todo esto se te olvidará el día que lo sientas en tu cuerpo. En tu corazón.

Pasa lo mismo con vivir, y morir. Son conceptos insondables.

Asumo que su pregunta no es literal. O quizás sí. Me gusta pensar que su pregunta es una invitación para mí, una llave. Una mirada nueva a un “problema” viejo.

El otro día vio en algún lugar a una fan desmayándose en un concierto y creo que se quedó con eso. Pudo ver el éxtasis, el llanto, pero también la ambulancia, el desmayo, y el silencio. Toda una explosión de emociones en cuestión de segundos. Aunque para los puristas quizás eso no sea Amor, a veces la frontera entre el Amor y la Obsesión es muy sutil. Tendremos también que hablar de eso.

Y por supuesto, cuando llegue el momento le hablaré del enamoramiento. Del flechazo --en el que lo siento, pero sí creo-- . Del “secuestro” emocional y los estados alterados de conciencia. Le hablaré del Amor correspondido, del no correspondido, y del platónico. Le hablaré de amores contrariados, y por encima de todas las cosas, le hablaré del Amor Propio. Tendré que hablarle de cuándo el amor se apaga y se acaba. Del Amor después del Amor y las segundas oportunidades.

Ya va descubriendo la magia de la Amistad, y le acompañaré en el descubrimiento de ese tipo de Amor. De esa sensación de hermandad en el alma, no genética. Considero que siente el Amor Incondicional que siento cada vez que le miro.

Y es que el Amor se explica haciéndolo sentir. Del Amor en mayúsculas, del vínculo, de la seguridad, de esa sensación de “volver a casa”, tenemos que hablar poco y transmitir mucho.

Así que creo que ya sé qué decir: De lo que se muere es de la falta de Amor. De Amor y Con Amor se vive pequeño, es, sin duda, la respuesta ganadora.