El consejero de Presidencia del Gobierno de Aragón, Vicente Guillén, preparó todo muy bien. Fue el verdadero artífice de que la cumbre de la llamada España vacía celebrada el lunes pasado en Zaragoza se convirtiera en una especie de objeto de deseo para muchos representantes de comunidades autónomas: los que no estuvieron en el Pignatelli. Y es que los presidentes autonómicos de Aragón, Javier Lambán, Asturias, Javier Fernández, Castilla la Mancha, Emiliano García Page, --los tres del PSOE--, Castilla y León, Juan Vicente Herrera, Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y La Rioja, José Ignacio Ceniceros, --estos otros tres del PP-- se han constituido en lobi, pero son algo más. Piden una financiación autonómica que se articule conforme «al coste efectivo de los servicios sociales esenciales, haciendo realidad el principio constitucional de igualdad de derechos de todos los ciudadanos» y exigen también que, «de una vez» se presente una estrategia nacional contra el reto demográfico. No es un grupo para hacer frente a nadie. Es un grupo que busca el diálogo.

Y ahí está la clave y el enfado de muchos otros presidentes autonómicos: eso lo pueden firmar todos menos los de Cataluña, por razones obvias, Euskadi y Navarra, por el cupo y el régimen foral, y Madrid por carecer de ese problema. A partir de ahí, cada uno forma su argumento. Miguel Ángel Revilla, el presidente regionalista de Cantabria, fue el primero en decir que no le habían invitado a la reunión de Zaragoza en el programa de televisión El Hormiguero. Hasta los populares de su comunidad se lo echaron en cara. Se limitó a decir que no va donde no le invitan pero que firmaría con los ojos cerrados las peticiones de Zaragoza. Quiere ser del lobi.

Los extremeños fueron los segundos en saltar, pero estos, que también quieren ser del lobi, salieron arremetiendo contra la reunión y restándole el valor que ellos mismos, en su fuero interno, le dan. Isabel Gil, portavoz del Gobierno de Guillermo Fernández Vara, argumentó que en una carta que han enviado al presidente Pedro Sánchez le piden un trato diferenciado en materia de empleo, un plan especial por las tasas de paro que tiene Extremadura, pero que la despoblación y el reto democrático es un problema del conjunto del país. De ahí, dijeron desde la Junta de Extremadura, que «hacer frentes lo único que hace es agravar el problema». Pero los populares extremeños, con el expresidente regional José Antonio Monago al frente, también criticaron su ausencia de Zaragoza. Y es que esto no es un frente.

Lo que se ha conseguido es concienciar a una gran mayoría de los actores que participan en la financiación autonómica en que hay que pagar de distinta manera a cada autonomía porque no es lo mismo prestar el servicio sanitario o educativo en un territorio que en otro. Pero eso si, con acuerdos multilaterales. Plantear pactos bilaterales como parecen querer algunos catalanes, debe ser rechazado. El Gobierno de Aragón y los ejecutivos que se reunieron en Zaragoza lo tienen claro.

Y afortunadamente se han concienciado los que lo tienen que hacer, aunque en la calle se crea que no o se pueda pensar lo contrario viendo las escasas repercusiones públicas de todas estas cumbres políticas. Pero si los extremeños se quejan, los cántabros se sienten apartados y otros, aunque no dicen nada, están pensando que hay que unirse a este lobi, es que la apuesta aragonesa va por buen camino. Hasta el presidente riojano, que esta semana se ha reunido ya en la Moncloa con Pedro Sánchez, comentó que el líder socialista le insistió en que va a intentar unas «financiación justa» y siguiendo los parámetros de los que se habló en la reunión de la España vacía.

Hay, pues, que olvidarse de argumentos políticos o históricos a la hora de buscar soluciones económicas para las comunidades autónomas. Y parece más que claro que si hay una próxima cumbre de autonomías como la de esta semana en Zaragoza habrá que poner muchas más sillas y muchas más banderas. El presidente Lambán no va a poder recibir muchas quejas de la oposición porque son esos otros partidos los que critican fuera de Aragón a los que no han estado aquí. Hace falta un nuevo modelo y lo malo es que se siga pensando en que esto va para largo. Eso es muy negativo.

Si mientras tanto se vertebra el territorio, por ejemplo a través de la educación, manteniendo tantas escuelas rurales como se ha hecho en este curso en Aragón, sirve para frenar despoblación, pero mantener ese servicio cuesta mucho dinero. Por eso hay que seguir metiendo presión y si se animan más comunidades, que deberían ser casi todas, y los partidos no hacen política con esto, se habrá conseguido que este lobi sea muy positivo porque es una apuesta por el diálogo y por la sensatez. Algo que entre los que hacen ahora política sigue lejano.