Ya ve usted, don Pacocascos, todos estos años metiéndole caña y ahora me da no sé qué que se largue por la gatera, aunque malas lenguas digan que se va usted diez minutos antes de que le boten. Eso sí (genio y figura), sin admitir preguntas de los periodistas. Se ve que sabe usted cómo son los plumillas, pues anda que no trató con muchos cuando conspiraba con Anson, algún día nos lo contará, ¿verdad que sí?

Aquí, en Aragón, le vamos a echar de menos. No digo los sarrios, que ésos descansarán, pero don Rodolfo Aínsa, que le llevaba de caza, estará menos ajetreado. Y ya no le veremos más insultando a los geólogos, ni haremos risas con las dolinas, ni con la autopista mudéjar, ni con el AVE, ni con esas cosas tan graciosas.

Menudo ministro que ha sido, todo un Chirimoyo de Oro cuando el Prestige se descosía en el quinto pino y usted esquiaba en Sierra Nevada, o cazaba en Rumania. Siempre acertando, como con lo del fútbol y el interés general, ¿se acuerda? Seguro que ahora tiene usted el peiperviú en la tele. Como todos. Hombre, podía haber explicado lo de que al Ministerio le diera últimamente por gastar el oro y el moro en esculturas y pinturas con comisión para su amada, pero eso son bobadas y, además, ya sabemos que la corrupción es cosa de socialistas y que V.E. deja el asunto por amor. ¿Sabe lo que le digo? Pues que la Magdalena (amante y pecadora como usted y yo) le guíe, y que Dios le dé tanta dicha como tranquilos nos deja. Amén.

*Periodista