Reflexionaba ayer sobre el desprecio del CIS hacia los dos principales partidos nacionalistas de Aragón, Partido Aragonés y Chunta Aragonesista, con los que el organismo oficial no ha contado a la hora de elaborar sus trabajos estadísticos sobre unas próximas elecciones generales, y lanzaré hoy de nuevo la idea de una candidatura de unión aragonesista que lleve al Congreso de los Diputados y al Senado español no a unos cuantos figurantes, como los que, con honrosas excepciones, ocupan en la actualidad escaños nacionales, sino a figuras que de verdad representen a esta tierra.

Una propuesta, la de una candidatura de unión entre Chunta y PAR, que sin duda avalarían muchos votantes cansados de remitir a Madrid, por las circunscripciones de Zaragoza, Huesca y Teruel, monaguillos y dominguillos de los grandes partidos que, una vez aposentados en Congreso y Senado, o en Bruselas, se limitan a apretar el botón, viviendo a cuerpo de rey sin molestar a los jefes. Aragoneses serán, sí, pero en ningún caso aragonesistas. Vicarios de sí mismos, obedientes, aburridos y grises, su esfuerzo se orienta a conservar el sillón. Lo que entre todos aportan a Aragón cabe en un párrafo.

PAR y CHA no tendrían nada fácil pactar, desde luego, pero tampoco sería imposible.

Ambos partidos, al perder votos y no conseguir representación nacional, han basculado en alianzas teóricamente discutibles y asambleariamente discutidas por sus respectivas parroquias. Los de Arturo Aliaga han pactado con socialistas y conservadores. Los de José Luis Soro, con los socialistas. El aragonesismo de unos y de otros estará siempre matizado por Madrid, por el Pedro Sánchez o el Pablo Casado de turno, que será quien en último término avale o no competencias, carreteras, derechos históricos, demandas y trasvases... Librándose, sin embargo, de tales referencias, y de sus mutuos prejuicios, CHA y PAR podrían hacer un servicio a Aragón compareciendo unidos en las próximas generales, enviando algún diputado al Congreso con la misión de desatascar proyectos dormidos y despertar a esas otras señorías deproyectadas o deconstruidas por la disciplina de partido.

¿Lo harán? Al menos, tienen la idea.