En la primavera de 2003, Cannelle , la única osa autóctona del Pirineo, fue vista flirteando con Nere , un oso macho nacido en 1997 fruto de un cruce de la osa Ziva con no se sabe bien qué ejemplar traído desde Eslovenia para perpetuar la especie, porque los osos son al Pirineo lo que la nieve a las montañas: la fuerza natural que adelanta o retrasa el ciclo vital, como nos recuerda el carnaval de Bielsa.

Canelle no le hizo ascos al inmigrante con el que se perdió de amoretas por el valle del Aspe y por el Pirineo navarro y aragonés, como iba delatando el radiotransmisor que le colocaron los técnicos de la Universidad de Grenoble, que desde hace años estudian la genética de los osos introducidos en 1996 y 1997 en el Pirineo central.

Esta universidad no estudia la genética de los osos por capricho, no. El patrimonio genético de estos grandes mamíferos en peligro de extinción es todo un reto para la biología, no sólo porque son capaces de aguantar todo el invierno sin comer sino porque reutilizan sus propios desechos para realimentarse transformando la urea en aminoácidos.

Bueno, pues esta maravilla de la naturaleza se la suda al ministro de Ecología francés, que ha sido incapaz de poner freno a esa poderosa fuerza política que forman los cazadores desde que fundaron su propio partido. El lunes, los cazadores abrieron fuego contra Canelle y su pequeño osezno, nacido de sus flirteos con Nere . El ministro va a abrir una investigación para que tal hecho no vuelva a suceder. El muy simple aún no se ha enterado de que era la última osa autóctona, que se acabó.