Un hombre se acercaba cada mañana a la orilla del río, cogía un pez y un poco de agua que necesitaba para vivir, y se iba. Así pasaron muchas, muchas lunas.

La situación fue evolucionando lentamente, y ahora, en su necesario recorrido cotidiano, el hombre no puede evitar el canto de mil sirenas que le interpelan: "¿Y tú, todavía no tienes lo último en...?". Y cuando llega al río para coger el pez y el agua que necesita, encuentra que no hay río, ni pez ni agua... Queda asombrado porque en su lugar encuentra un pozo de gran superficie y mucha profundidad. Se asoma y ve que en el fondo, en lugar de agua, hay mil bebidas. Y en lugar de un pez, mil variedades de pescado. Y mil modelos de sombrero. Y mil libros. Y mil canciones. Y mil destinos...

Mil luces intermitentes de fabulosas ofertas forman un torbellino desenfrenado a los pies del hombre de hoy, que mira desde la resbaladiza orilla de unas facilidades de pago, que le permiten gastar el dinero que no tiene en cosas que no necesita, y pasar de ser consumidor a ser consumido. -- José Murillo. (Zaragoza) M