Estos días, a bombo y platillo, la prensa celebra la ejecución de una nueva obra de edificación. Se trata, en esta ocasión, del viaducto de Millau, sobre el río Tarn (Francia). Lo hace homenajeando, una vez más, a su autor: el ínclito sir Norman Foster. En absoluto.

El puente de Millau es fruto espectacular de la ingeniería civil y su autor es el ingeniero francés Michael Virlogeux. Aunque acostumbrados, no deja de sorprender el silencio de los ingenieros y sus asociaciones ante tan apócrifas paternidades y las contínuas incursiones de la arquitectura formal en terrenos propios de la arquitectura dinámica (o estructural): pasarelas (flotantes), puentes, terminales portuarias y aeroportuarias, estaciones de ferrocarril, urbanismo, etc.

Esta es la que corresponde al ingeniero y acaso la genuina arquitectura si aceptamos, con Mies van der Rohe, que en arquitectura "menos es más". Es decir, que sobre el parergón porque el proyectista se ha de atener a la función. Precisamente, lo que caracteriza a la arquitectura dinámica del ingeniero de caminos, canales y puertos.

José Fco. Luz Gómez. (Zaragoza)M