Todo lo que necesitamos para un mundo sostenible lo tenemos ya. Solo hace falta ponerle un poco de empeño para ordenar todo ese material y conocimiento que está ahí y ser capaces de seguir creando y mejorando. Dicen que «la determinación y la pasión es la más importante fuente de energía renovable que tenemos». Pues eso es lo que necesita Zaragoza, una ciudad que ha cambiado de gobierno municipal, al pasar de uno del cambio, de izquierdas (radicales que llaman algunos) a otro de derechas (centroderecha le dicen unos, aunque está gracias a la ultraderecha, que también quiere gobernar ahora) y que no debería dar ningún paso atrás. Hay confianza en que Jorge Azcón, el alcalde, no hará como el de Madrid, José Luis Martínez-Almeida (elegido asimismo por la misma triple derecha y al que también le pide Vox gobernar) que va a colocar la zona denominada Madrid Central con una boina gris eliminando el color verde de reducción de vehículos y contaminación que le puso la alcaldesa Carmena. Son amigos, pero Azcón no será Almeida. O eso se espera de él.

Dice el objetivo 11 de los 17 que marca la Agenda 2030 de desarrollo sostenible que hasta ese año «hay que proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para todos y mejorar la seguridad vial, en particular mediante la ampliación del transporte público, prestando especial atención a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad, las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y las personas de edad». En Zaragoza se ha avanzado mucho hacia la movilidad sostenible en los últimos años. A unos les gustará más o menos, pero la puesta en marcha de la línea 1 del tranvía marcó un hito en la red de transporte público. Pero también llegaron las bicicletas de alquiler, una oferta que se ha ampliado en los últimos meses con las bicis eléctricas. Llegaron las motos eléctricas y los patinetes, y las restricciones a los vehículos privados o la cota cero de las calles por el centro. Y hay un Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Zaragoza que reúne todos estos avances necesarios en nuestra urbe para que vaya a más.

Por eso no se entiende el empeño de PP y Ciudadanos, de entrada, de decir no a la línea 2 del tranvía. Es cierto que hace falta una inversión económica muy alta, pero el Ayuntamiento de Zaragoza no puede cerrarse a conectar el Este con el centro y el Oeste de la ciudad. Sería un grave error. Hay que aprovechar el proyecto de la misma manera que se recopilan planes urbanísticos tirados por los propios populares hace años como la reforma del campo de fútbol de La Romareda (una prioridad muy dudosa y endiablada cuyos resultados ya se verán en el 2023). El alcalde debe ser realista y consciente de que igual que hay que cambiar toda la flota de autobuses urbanos de Zaragoza y hacerla totalmente eléctrica, hay que ajustar las líneas y los recorridos y hay que unir la estación Delicias con el Pabellón Príncipe Felipe (conectando la línea a la del tranvía actual) con un tranvía o con un autobús de tránsito rápido (BRT son sus siglas en inglés) que es un bus electrificado, con capacidad semafórica y plataforma de paso reservada.

La tarea de la nueva concejala de Movilidad y Servicicos Públicos, Natalia Chueca, es compleja pero requiere sobre todo de mirar hacia adelante, no hacía atrás para destruir. Y además todos los políticos y los partidos deben concienciarse que estamos en una época en que todo avanza hacia la misma dirección y la falta de grandes mayorías obliga a todos a llegar a más consensos. Es difícil porque, y sobre todo en el Ayuntamiento de Zaragoza, últimamente no se ha hecho ningún ejercicio de esas características, pero hay que hacerlo. Se han invertido muchos esfuerzos en el diagnóstico de cómo deben ser las urbes modernas dentro de 20 años. Y sabemos el modelo a seguir, en movilidad, en defensa del ecosistema, en el uso intensivo de energía limpia que haga más habitables las ciudades, limpias de contaminación y por lo tanto de coches privados, fundamentalmente, que además tenderán a ser mas ecológicos. Y es cuestión de avanzar en la puesta en marcha de lo construido en los estudios.

Por eso, hay que tener cuidado con los mensajes negativos porque el catastrofismo paraliza. El optimismo realista, en cambio, moviliza. Hay que construir una Zaragoza sostenible siguiendo los cánones que tenemos, sin renunciar a nada, ni a la línea 2 del tranvía, que ya veremos cómo debe ser, pero debe ir por ahí. Hay que debatir lo que podemos hacer pero no en base a quimeras, sino a tecnologías y conocimientos que ya tenemos. Cuidado pues con dar marcha atrás a lo hecho. Azcón y su equipo son capaces de ir hacia adelante, sin que ningún acompañante aciago despiste. Zaragoza debe ser una ciudad que marque tendencias.

nespada@aragon.elperiodico.com