Tras escuchar y leer encendidas opiniones y discusiones, he llegado a la conclusión de que en España solo se subvenciona al cine patrio y al Real Zaragoza. El debate sobre las ayudas al séptimo arte surge puntual con la gala de los Goya, que cataliza el desprecio hacia nuestro cine por parte de gente que prefiere ver Midway, porque «es de guerra», y no La trinchera infinita, porque «mira que son pesados con la guerra civil».

La realidad es que todos los sectores productivos o no del país disfrutan de ayudas, desde el ladrillo y el calzado hasta el automóvil y el turismo. Reciben dinero escritores y políticos que las critican. El problema de la industria del cine es su glamur: cuando en la tele se habla de subvenciones no salen imágenes de intérpretes en paro, guionistas que cobran una vez al año o ayudantes de sonido con el salario mínimo, sino Penélope Cruz y Antonio Banderas. Cuando se habla de ayudas a la agricultura no sacan a los ricos propietarios de las tierras, sino tractores y áridos campos.

El debate sobre el apoyo institucional al Real Zaragoza surge siempre que se habla de La Romareda, un campo que, por cierto, no tendría sentido ni hubiera existido sin el club, para el que se construyó en 1957. A muchos les ha dado por creer que el Real Zaragoza es la única empresa privada que existe en Aragón y la única que recibe dinero público. Al equipo le llaman incluso por su nombre mercantil, con la SAD detrás, para constatar que es un negocio muy particular, dedicado a una actividad lucrativa y deficitaria a la vez, y que no interesa a nadie. Por supuesto, no hay que echarle una mano y menos en Segunda. Porque ¿en qué cabeza cabe ayudar al que sufre problemas?.

*Editor y escritor