La festividad de San Pedro Regalado concentró ayer a toreros como Ortega Cano y El Tato ante la plaza de toros de Zaragoza, donde se levanta el busto de Nicanor Villalta. En el entorno de la escultura, dentro de la remodelación de la plaza del Portillo, el Ayuntamiento ha plantado unos cipreses que ayer provocaron más que mareos. Supersticiosos donde los haya, los toreros no dejaron de criticar el adorno floral que ellos consideran propio de cementerios, y confesaron el yuyu que les producía tenerlos en el entorno de La Misericordia.