Washington es la capital de los Estados Unidos y el fútbol se juega con balón esférico, salvo el ídem americano que lo usa en forma de melón. De cajón. No creo yo que en España, por mucho que se empeñe el presidente Zapatero, sea posible generalizar el diálogo político y social si al menos no se parte de unos conceptos previamente aceptados por todos. Es imposible, por ejemplo, hablar de zoología si algún contertulio se empeña en considerar équidos a los hipopótamos o felinos a los leones de mar por pura identificación semántica. Aplicando la misma regla de tres, no se explica nadie de qué forma podremos llegar a algún lado en las discusiones sobre Irak si más de un año después de iniciada la guerra y a la vista de lo que está cayendo todavía hay quienes consideran que aquel país está en vías de estabilización, que la invasión fue un hito en la lucha contra el terrorismo islamista y que Bush, Blair y Aznar sabían lo que se hacían (¿Vieron el otro día esa increíble imagen de los marines retirándose del sitio a Faluya para ser relevados por varios generales sadamitas, uno de los cuales aparecía vestido con el uniforme de la famosa Guardia Republicana?)

¡Oh, si! Podemos considerar imprudente o inoportuno al actual Ministro del Interior por afirmar que hubo imprevisión política en las vísperas del 11-M. Pero su afirmación no deja de ser un ejercicio de lógica antes que un ejercicio de miserabilidad (¿Qué extraño bucle subconsciente ha llevado al exministro Acebes a insultar a su sucesor en el cargo con la misma despectiva palabra que utilizó para calificar a quienes el 11-M negaban la versión oficial según la cual había sido ETA la autora de la horrible matanza?). Es evidente que sí hubo imprevisión política , como lo es que ello no convierte al anterior Gobierno en culpable de un acto sólo imputable a los terroristas y al desquiciado fanatismo que corroe el Mundo. Pese a todo, tal vez no sea bueno para el diálogo político en España darle más vueltas a la mentada imprevisión . Se ve que aún no estamos a la altura democrática de los Estados Unidos, donde una Comisión Investigadora está hurgando en los prolegómenos y barruntos del 11-S sin que a nadie se le ocurra que tal encuesta sea una concesión a los terroristas ni una justificación de la masacre (Aunque la Casa Blanca hubiese preferido mil veces no tener que dar explicaciones sobre sus desentendimientos, sus lapsus y su afán por convertir el ataque de Al Qaeda en un argumento falaz para desencadenar la invasión de Irak).

Si no afrontamos las cosas como son, no hay forma de llegar a ninguna parte. Si en el PP fuesen capaces de serenarse un poco y de actuar en consecuencia con los resultados electorales del pasado 14 de marzo y con la situación actual, tal vez asumirían que los equívocos nos están perjudicando a todos. ¿Por qué hubo imprevisión política antes del 11-M y manipulación mediática tras la luctuosa fecha, salvo por el empeño gubernamental de sostener más allá del sentido común la inocua levedad de su apuesta a favor del belicismo norteamericano? Como la guerra iraquí iba a ser breve, precisa, teledirigida y casi de broma, como la victoria nos traería toda clase de beneficios y como los malignos (Sadam Huseín, Bin Laden o quien fuera menester) caerían al momento abrumados por el poder de los misiles... pues nuestro poco previsor Gobierno no quería asumir la existencia de nuevos riesgos potenciales, y contra toda prudencia aseguró que las bravatas en el Consejo de Seguridad de la ONU y la cita en las Azores no nos convertían en particular objetivo terrorista. La cosa siguió así tras los atentados de Casablanca, el envío de tropas a Irak y las amenazas de Bin Laden. No pasa nada, no pasa nada. Y cuando pasó... pues, eso.

No creo ni siquiera necesario crear una Comisión de Investigación parlamentaria sobre el 11-M. Renuncio a saber mucho más sobre ese barullo de confidentes policiales que vendían (al por mayor) explosivos y detonadores, sobre las fantasías de Acebes y Zaplana en las horas que siguieron al atentado en los trenes madrileños o incluso sobre la vulnerabilidad de un país que se había metido en una violenta aventura oriental sin reforzar específicamente sus mecanismos de protección interior... Pero lo que sí veo muy conveniente es un ejercicio de realismo y de sinceridad. Pongamos los puntos sobre las íes y vamos a ver cómo arreglamos este lío. Para lo cual deberemos convenir que la invasión de Irak ha sido un fracaso estratégico, que tal acción nada tenía que ver ni antes ni ahora con la lucha contra el terrorismo islamista, que no había armas de destrucción masiva, que la supuesta Hoja de Ruta se ha ido al carajo, que la Casa Blanca no sabe ni por dónde va, que en las viejas cárceles de Sadam se sigue torturando sólo que a la inversa y para ese viaje no eran menester alforjas, que los acontecimientos han dado la razón a la vieja Europa y que en este aciago año todo ha empeorado en el panorama internacional (Y, por cierto, el petróleo está por las nubes, los mercados de valores andan acojonados y la economía global cuelga en el alero por culpa de la ¿imprevisión política ?).

Fíjense las reglas del juego antes de empezar la partida. ¿Cómo va a ser posible el diálogo si no es posible que se acepte como cierto ni siquiera aquello que resulta evidente?