Cuando parece que menos se podían llevar a la calle las protestas, con la pandemia y el confinamiento, el sector de la cultura ha tomado conciencia del lugar que ocupa como sector productivo y su aporte a la economía. Y el cierre de las salas de cine, de los teatros y salas de conciertos, de librerías, les ha hecho reflexionar aún más sobre su vulnerabilidad cuando una crisis como esta se ha superpuesto a la que ya arrastraban desde el 2008. Exigir un plan de actuación a las autoridades para afrontar el futuro no es descabellado y tienen razón al sentirse discriminados con respecto a otros sectores económicos, a los que se han dado facilidades para capear la situación. Igual que la Noche en blanco va a permitir actividades manteniendo las recomendaciones sanitarias, otras disciplinas artístias pueden verse igualmente beneficiadas. Que se marquen criterios y se cumplan.