Ya se ve que estas fiestas arrasan de jolgorio callejero y algarabía, que el modelo se consolida y la city lo sobrelleva como algo natural. Se peatonaliza a la fuerza, a tramos y a días. La city se ecologiza a fuerza de fiestas, que combinan la parte tóxica con el ahorro de ceodos; la parte oficial con la espontánea, que protesta y asoma por donde menos se la espera. De todo ha de haber: mientras nadie se haga daño ni importune más de la cuenta. A fin de cuentas la autoridad no agota --aunque lo intenta-- todos los ámbitos ni todos los espacios. Igual que abucheaban a la alcaldesa en su época ahora cuestionan la Expo, y hace bien el gentío en disentir en plenos fastos, que para eso es la calle, las fiesta y la libertad. ¿Qué sería de un gran proyecto como el de la Expo si nadie se opusiera ni planteara quejas, dudas y prevenciones? La unanimidad es una ficción peligrosa, es sólo desidia. Lo que garantiza el éxito, el existir y cabalgar, es la disidencia, la variedad. Si no hay queja, mala señal. Quiere decirse que no hay proyectos, ni empeños ni nada en el horizonte.

Nadie se queja del Puente del Tercer Milenio, nadie se opone, nadie sugiere que se ubique más arriba o más abajo... porque no se ve claro que se vaya a hacer. Por eso, las protestas antiExpo animan el ambiente, porque dan la sensación de que se va a hacer, de que la cosa marcha.

De hecho, el BIE, a la hora de valorar los méritos de una candidatura, debería tener muy en cuenta la oposición que despierte en cada lugar: si no surge un porcentaje de disidencia hay que restarle puntos a esa candidatura, porque quiere decir que los mismos ciudadanos no se lo acaban de creer. Con lo caro que sale protestar, no vale la pena hacerlo contra algo inverosímil, o muy lejano, o muy dudoso.

Por eso estas disidencias, además de dar sensación de variedad (que a veces el entorno está muy cerrado, con pocos huecos para lo que no es estricta ortodoxia), tienen el enorme valor añadido de que vienen a certificar el vigor de aquello contra lo que claman. De manera que al poco rato de salir en la tele la flamante pancarta antiexpo (completísima emisión del Centro Territorial de TVE Aragón por La2), los pisos del entorno ya habían subido un par de euros. Por otro lado, hay que atender a los argumentos de los anti, que esto es un proceso abierto y siempre se puede mejorar.

*Escritor y periodista