A la derecha venezolana no le termina de funcionar el invento en el que lleva invertido tanto dinero. Se trata de un invento emparentado con la cuadratura del círculo, el golpe de estado mediante sufragio. Y todo porque los venezolanos, emplazados a "recusar" al presidente que democrática y mayoritariamente eligieron, se obstinan en no recusarle. El caso es que la derecha venezolana, que odia a Hugo Chávez, no sabe qué hacer ya con tanto odio.

Muy mala cosa es el odio, la aversión visceral e irracional por el adversario, en política por lo que el empecinamiento de la oposición venezolana en odiar a Chávez, parece desprenderse, en realidad, un mal disimulado odio por la propia política y desde luego, por la democracia, por mucho que para disimular, la dicha oposición plutócrata se agaville en un grupo llamado Coordinadora Democrática.

Los mismos venezolanos que fracasaron en la acción subversiva del año 2002 que derrocó por unos días al presidente legítimo, han intentado esta vez asegurarse el éxito por la vía de la intoxicación propagandística y la manipulación de la voluntad popular, utilizando para ello los medios de comunicación --sobre todo las cadenas privadas de televisión-- y los ingentes recursos económicos con que cuentan, pero con un programa de odio, con una alternativa de mera denigración del rival político, no se puede llegar, ni mucho menos, muy lejos. O tan lejos.

Sin embargo, la crispada y convulsa ceguera de la Coalición Democrática a punto ha estado de llevarla, efectivamente, más lejos con sus infundadas acusaciones de fraude electoral y pucherazo, a esa guerra civil por la que parecen suspirar los más radicales de esa oposición que no acepta, contumaz, las reglas del juego.

El presidente Hugo Chávez podrá gustarnos o no, pero a los que les tiene que gustar es a los venezolanos, y según las urnas, ya que las elecciones es lo único que mide en democracia el favor popular, les gusta a la mayoría de ciudadanos de ese país, exactamente al 58,4% de los electores de Venezuela. Y a esperar las próximas elecciones, incluidos los inquietantes demócratas de la Coalición Democrática.

*Periodista