Sin prisa pero sin pausa, el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez va cumpliendo su agenda. El Consejo de Ministros de este martes aprobó un real decreto para desmontar la reforma laboral del PP en lo que se refiere a la posibilidad de despedir a un trabajador por causas objetivas a partir de una cierta reiteración de bajas por enfermedad. La justicia interpretó la legislación derogada ahora como un camino abierto a cierta impunidad por parte de empresarios desaprensivos.

El Gobierno del PSOE y Podemos devuelve el tema a la casilla de salida mientras que en la mesa de los agentes sociales queda pendiente el asunto que animó la reforma del PP: los abusos de algunos trabajadores, pocos, que defraudan a sus empresas. Habrá que entrar en ello. Si la solución del PP no era satisfactoria, hay que admitir -y los sindicatos lo hacen- que hay que encontrar una alternativa para paliar este tipo de abusos.

El Ejecutivo aprobó también ayer dos medidas de tipo fiscal. Por un lado, el impuesto para la grandes empresas tecnológicas, conocido como la tasa Google, y por el otro el impuesto sobre las transacciones financieras, la denominada tasa Tobin. En uno y otro caso, a pesar de la propaganda de la oposición, lo cierto es que estamos ante apuestas que intentan modernizar y actualizar al momento presente la fiscalidad en España. En el caso de las tecnológicas es más que evidente. Tanto que la liquidación de este año no será trimestral sino anual, a la espera de la posición de la OCDE y de la misma UE al respecto.

El Ejecutivo es consciente de que este tipo de fiscalidad debe ser, en la medida de lo posible, multilateral y lo que decida España debe ir en sintonía con lo que haga el conjunto de la comunidad internacional. Una prudencia necesaria y que, además, puede ayudar a apaciguar las relaciones con la Administración de Donald Trump coincidiendo con el inminente viaje del jefe del Estado a Washington, prevista para el próximo mes de abril.

Este conjunto de medidas avala que el experimento de este primer Gobierno de coalición está resultando más tranquilo de lo que auguraban sus críticos y algunos de sus firmantes. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias son conscientes de los peligros que acechan a esta aventura. Un exceso de gesticulación o de populismo en términos que inquieten a los socios europeos sería una cuestión muy contraproducente.

La prudencia es avanzar a paso firme pero sobre terreno firme. Ortodoxia fiscal, acuerdos con los agentes sociales mientras se pueda, equilibrio territorial, etcétera. Les falta también calcular hasta qué punto las bases de sus respectivas formaciones pueden aguantar los necesarios ejercicios de prudencia. El PSOE en lo que se refiere a la política territorial, especialmente respecto a Cataluña. Y Podemos en materia fiscal.

Equilibrios como los de la tasa Google son un ejemplo de ello, pero veremos hasta cuando aguantan. Lo mejor, dice el refrán, es enemigo de lo bueno. Este Gobierno apuesta por el posibilismo y los nervios de la oposición son por ahora su mejor cimiento.