Hoy pensaba haber escrito contra la boda y haber invocado mi espíritu republicano, que es lo mismo que demócrata: republicano en el más excelso sentido del término. O haber animado a la marcha del próximo 6 de junio contra el campo de tiro de Bardenas. Pero el corazón me puede. La razón no ha sido capaz de parar el nuevo holocausto que Israel está llevando a cabo, vergonzosa e imparablemente, contra el pueblo palestino. Puede que en un futuro cercano algún maestro consciente cuente a los niños que en el mapa del mundo falta un país que fue destruido a comienzos del siglo XXI y cuya población desapareció bajo el olvido mundial y los misiles israelíes. Y que ese holocausto, del que ellos también fueron víctimas, se hizo ante nuestros ojos, y que nuestras manos no hicieron nada para pararlo. Hasta la libertad de expresión bombardean para que cualquier atisbo de crítica contra su feroz desmán sea vista como un nuevo ejemplo de antisemitismo y no como una denuncia del horror. Son listos y poderosos. Y responsables de una matanza que la historia enseñará como un nuevo crimen contra la humanidad. Pero ya será tarde.

*Periodista