La nueva maravilla política, el ministro Salvador Illa, va a dejar de serlo para convertirse en candidato a la Generalitat. En principio no estaba previsto este traslado, sino más bien su desahucio de la vivienda ministerial, pero dado lo genial que lo ha hecho con el covid, casi tan fenomenal como el doctor Simón, sus jefes habrán pensado que lo mismo o mejor lo hará con el virus del independentismo.

Pertenece Illa a esa categoría del socialista filósofo, fino y discreto, que abarca una variada gama, desde Javier Solana a Ángel Gabilondo, pasando por el ex presidente del Senado Manuel Cruz.

Al principio, pueden parecer introvertidos, excéntricos, incluso, pero poco a poco le van cogiendo el truco al parlamentarismo, a la oposición, a los media y acaban normalizándose y convirtiéndose en portavoces y embajadores de digna presencia, con políticamente muy correctos discursos. La derrota del contrario a base de machacarlo con la misma tesis, exterminándolo con el inmovilista dogma del aburrimiento, no es la menor de las virtudes de estos sofistas, aunque en algún caso, como el de Gabilondo, tanto tedio ideológico lo haya victimizado antes a él...

Vuelve Illa a Cataluña porque su popularidad es muy alta y porque Pedro Sánchez ha visto campo y lo prefiere a un Miquel Iceta ya muy amortizado. Illa, además, no baila. La apuesta de los socialistas catalanes por gobernar con/para Esquerra es tan obvia como lo venía siendo desde que Prado del Rey, para tortura de los españoles, recibió instrucciones de sacar a Rufián cada cinco minutos en la tele, bien haciendo de clown, bien de indepe, o en ambos papeles a la vez. El socialismo no se fía de los antiguos convergentes, de Torra, Puigdemont, que siguen manejando la lana, y prefieren desovillar el peligroso huso catalán con el punto de cruz y la rueca de Junqueras. Entre los mercaderes y los iluminados, entre los fenicios y los utópicos, Sánchez ha apostado por estos últimos, destinándoles como padre confesor al recatado Illa, el Salvador capaz de perdonar sus pecados, alejarlos del diablo de la sedición y reintegrarlos en la comunidad democrática.

El famoso y televisivo Salvador Illa va a sacar un buen resultado en Cataluña. Y, como se le ocurra fichar al doctor Simón de asesor de campaña, ¡es que barre!