El censo aragonés apenas ha ganado 300.000 habitantes en el último siglo y de ellos, 61.896 son inmigrantes que han conseguido regularizar su situación en los últimos siete años. A la vista del continuo envejecimiento de la población y la escasa potencia demográfica que se registra en Aragón, la inmigración es, pues, un fenónemo irreversible y necesario. Los datos están recogidos en el informe anual del Instituto Aragonés de Estadística pero, como explica su director, la estadística se ocupa exclusivamente de la realidad que está en los papeles. Por eso, el trabajo final no apunta cifras sobre la inmigración irregular, que elevaría en buena medida los números demográficos y hasta los económicos, porque si de algo es susceptible la inmigración irregular es de ser explotada en la economía sumergida.

Ayer mismo, la Delegación del Gobierno en Aragón abrió dos nuevos puntos de recepción para agilizar y reducir la acumulación de expedientes que se amontonan en las tres provincias. Unos 25.000 inmigrantes están pendientes de regularizar sus permisos de trabajo y residencia. Es imprescindible remover los obstáculos que impiden que estos aragoneses lo sean de hecho y por derecho.