«Me tomo cuatro cubatas y me invento una historia loca», fue la respuesta de Echenique a las recientes informaciones que le situaban en la cuerda floja tras haber perdido la confianza de los Iglesias-Montero. ¡Qué cosas!, renunció a su escaño en las Cortes de Aragón para dedicarse al partido con el fin de desjerarquizarlo. El fracaso ha sido absoluto porque acabó organizando un sainete en forma de referéndum para que las bases bendijeran el casoplón que se habían comprado los jerarcas. Se veía venir desde que en noviembre pasado le pusieron un adjunto para diluir su poder. Se mascaba la defenestración desde que Iglesias fichó en marzo al argentino Pablo Gentili para lulalizar Podemos. Estaba cantado su cese desde que lo ignoraron en la cumbre secreta que mantuvo la cúpula del partido para analizar el encuentro de Iglesias con Pedro Sánchez. Pero a todo esto, Echenique, que ha demostrado ser un analfabeto emocional, lo calificaba de fake news, de historias locas que se inventan los periodistas con cuatro cubatas. La caída del zaragozano es una batalla más en la cruenta guerra abierta hace tiempo en Podemos. Ahora la pelea se va a sustanciar entre Del Olmo, el protegido de Irene, y Gentili, el gurú de Pablo, y cuando las guerras se libran dentro de casa pueden acabar como la de los Rose. Por indicación del primero Iglesias comenzó la campaña esparciendo la porquería de las cloacas, pero la terminó muy moderado y agarrado a la Constitución por consejo del segundo. De los casi dos millones de votos perdidos en un mes no se responsabiliza nadie. Es lo que tienen las jerarquías.

*Periodista