La historia de Judy Garland ha vuelto a la actualidad por su interés, evidentemente, pero también porque su agitada y en más de un sentido paradigmática peripecia vital le ha devuelto a un plano, el del presente, donde la manipulación del espectáculo amenaza con finiquitar al espectáculo mismo.

Garland, con su inmenso talento y tempranos e igualmente extraordinarios --a partir de El mago de Oz--, éxitos, no pudo alcanzar los cincuenta años de vida debido a sus adicciones --alcohol, anfetaminas, sedantes.

En la película de Rupert Goold, que ha reportado un justo Oscar a la interpretación de Renèe Zellweger, dichas adicciones pudieron ser inducidas por los propios estudios para los que trabajaba una jovencísima Judy descubierta con menos de catorce años para el gran musical.

Sus entrevistas, contratos, conversaciones y claudicaciones con el veterano, orondo y poderoso Louis B. Mayer, productor de la Metro, estarían rozando, no sólo ya la inducción al consumo sistemático de estupefacientes, sino a una morbosa atracción pedófila con la que aquella adolescente superdotada hubo de convivir hasta que la mayoría de edad la sorprendió sin haber alcanzado su madurez.

Desde su matrimonio con Mickey Rooney hasta su último marido, el rosario del amor no sirvió para que el destino le deparase sus mejores oraciones. Fue una buena madre, como el guión de la película deja meridianamente claro, pero como esposa y amante vería sucederse el conflicto, la infidelidad, el abandono o la soledad en muchas de sus más amargas variantes.

Queda, como en tantos otros casos, desde Elvis Presley a Michael Jackson, su legado artístico, el genio de un talento destinado a engrandecer las fronteras de la música popular y a conectar con grandes masas de públicos muy dispares, unidos, con la ayuda del cine, por la fuerza de nuevos ritmos y melodías y, en el caso de Garland, por una voz prodigiosa.

Y queda, también, la asignatura pendiente de meter en cintura a los sucesores de Mayer, Harvey Weinstein, Roger Ayles o tantos otros que convirtieron a las jóvenes con talento en adictas a las drogas, al éxito y a la desdicha.