Se llama Yaiza y se autodefine como trotamundos, inclusiva y solidaria. También, es emprendedora y nació con una grave discapacidad visual, lo que no le impidió forjarse como una excelente fisioterapeuta en la Escuela de Fisioterapia de la ONCE. En la actualidad se dedica con toda su alma a un hermoso proyecto, Kambara Bani, para la inserción laboral de jóvenes con limitaciones visuales en Niamey, Níger. Nada dice Yaiza de epopeyas o empresas gloriosas, ni tampoco utiliza palabras grandilocuentes para describir su labor en África; simplemente se refiere a ella como una aventura maravillosa de integración en la vida local e intercambio de vivencias personales y culturales, donde lo más importantes es concienciar a la población de que una persona ciega puede alcanzar idénticas metas que cualquier otra. Sin duda, Yaiza es el vivo ejemplo de lo que se puede conseguir con tesón y esfuerzo, hasta el punto de hacernos pensar que si su vida hubiera sido más fácil, no hubiera llegado tan lejos. Gracias a su impulso y dedicación como voluntaria en el Hospital Nacional de Niamey, no solo ha formado un equipo de fisioterapeutas invidentes; sobre todo, está consiguiendo la implicación de numerosas instituciones públicas y privadas, que se suman a un proyecto tan grande en objetivos como nimio en recursos, además de contribuir a un profundo cambio de mentalidad en todos los estratos de la sociedad nigeriana.

Sin duda, los obstáculos para la integración de personas con diversidad funcional son enormes en eso que denominamos con eufemismo Tercer mundo, donde la mera supervivencia es la primera obligación. Pero aquí, también subsisten demasiadas barreras. Las que anidan en las mentes excluyentes son las más difíciles de vencer.

*Escritora