Más allá de las apreciaciones jurídicas sobre la contundencia de la sentencia del procés, la futura aplicación del tercer grado a los políticos presos --que llegará-- o si existió rebelión o no el 1-O, hay un matiz que pesa con contundencia en 493 folios.

El derecho a la autodeterminación es inviable. Nada puede terminar con la indivisibilidad de la nación española. El artificioso intento de conformar una república mediante el mal llamado derecho a decidir es una ensoñación.

Y aquellos que predicaron con el nuevo mesianismo catalán utilizaron a una población anestesiada como meros peones. Hasta el punto de utilizarlos de escudos humanos.

La venganza es un plato que se sirve frío. E incluso en la cárcel de Lledoners, pensará Oriol Junqueras. O eso entiende el político sedicioso --y malversador-- cuando califica la sentencia del Supremo como una venganza de un Estado opresor.

Y en parte, el bueno de Oriol Junqueras tiene razón. La venganza insalvable de la razón jurídica mediante la aplicación de la ley con la serenidad proporcional que dota el Derecho, tras el quebrantamiento del ordenamiento jurídico por los políticos nacionalistas presos. Ni más, ni menos.

El nada honorable Quim Torra avanza como un kamikaze propulsando a los separatistas más radicales hasta el estallido final. Uno no deja de pensar que hasta que no haya un cadáver encima de la mesa no se dibuje la razón por el acuerdo.

La ley se impone, la solución política ni se divisa, ¿y entonces qué?

No hay solución política fácil, ni voluntad de los principales actores políticos a ambos lados del río Ebro. Es por eso que Aragón debiera aceptar el liderazgo de mediador que le otorga la Historia, las raíces culturales o el buen querer por la ley.

El presidente aragonés Javier Lambán, uno de los referentes del socialismo contra el separatismo, bien podría liderarlo. Sus intervenciones contra la barbarie nacionalista han sido notables, y aplaudidas por buena parte del constitucionalismo.

No hay nada peor que un pirómano que desconoce los límites voraces del fuego que provoca.

Cataluña es un terreno de juego de catalanes contra catalanes. La herencia del nacionalismo más radical, del racismo institucionalizado y del radicalismo más voraz alimentados por una maquinaria de ingeniería social trabada durante años.

¿Hay alguien capaz de liderar un acuerdo para reconducir la situación? H